Por María Britos.
Evita, simplemente… Ella no necesita presentación, es la Mujer que llevó al más alto podio la expresión de la grandeza femenina. Así, como la vemos hoy en todo su esplendor eterno, la amaban millones, los pobres, los negros, los desposeídos. No podemos imaginarla anciana, grande. La muerte la dejó crecer como estrella fugaz para darle su abrazo, sólo tenía 33 años. Era la Abanderada de los Humildes, Evita Capitana, o Evita. Para otros, cruzando las avenidas excéntricas del odio y del resentimiento, era «esa mujer», «la Eva», y su presencia les amargaba el savoir faire a la aristocracia vacuna devenida en linaje criollo con aires parisinos.
Conoció todos los honores y los declinó. Esta mujer, no dio un paso atrás en su corta rutilante vida, en pos de los otros, las otras, los pibes y pibas de bajos fondos, de los arrabales, la tenían por su hada. Era más. Era fuego que marcaba las piedras y decretaba se cumplieran los sueños de los de abajo: tener un oficio, saber leer, comer, comer bien. Evita igualó el mazo de cartas, en un tiempo de trenes para pobres y trenes para ricos. Restaurantes con salones para ricos y salones para pobres. Así de crudo. Y verdadero.
Ella seguía luciendo la ropa que Paco Jeamandreu le hacía en exclusiva y lucía las joyas de Richiardi con pasmosa soltura en medio del pobrerío. Supo decir: me visto para ellos. Y costó muy caro a la sazón.
Ella, ya no cumple años. Así estará para la eternidad. Quien encarnó el sentido digno de la vida de los que ni voto tenían. Eso sí, fue gastando a manos llenas sus horas vida, en cumplimiento de su objetivo: que los niños, y mujeres, en especial gozaran de los privilegios que otros por abolengo tenían: estudio, salud, alimento y leyes que los representen.
En la casa de la Empleada, en la Avenida de Mayo, tenía su bunker, diríamos… de él salía a la madrugada, habiendo resuelto los mil temas que teléfono en mano , o personalmente daba por concluido, porque ese torbellino imparable estaba presente para dar por terminado ese mismo día el tema acuciante que traían sus mujeres, como las llamaba.
La dignidad que da el trabajo. Mucho de «no des pescado, enseña a pescar», era parte de su axioma: aprendizajes, preparación para la tardía inserción de las clases populares en el mercado laboral. Otro de sus aciertos, enseñar a pescar, con el mejor reel. Modistas, por ejemplo. Desde el ABC hasta la manufactura de trajes de novia, el curso lo daba la Fundación Evita, y al término, la llegada con fanfarria de la máquina de coser. Claro todo el barrio se enteraba, pero la «grasita» al cabo de un tiempo tenía su academia de costura. La Escuela de Enfermería Universitaria podía competir con las mejores del mundo. Con su saber…y su capa reversible roja y azul, uniforme blanco que lucían sus enfermeras. No eran proyectos, eran realidades. Quién lo había hecho antes?. Entre tantas leyes que avalaban, «humanizaban» el trabajo de las mujeres. Quién cómo ella para empardar partidas torcidas, ella estaba, como Quijote de la Mancha para llevarse lanza en ristre la verdad de los olvidados, y hacerlos visibles. Cuanto de mística, de salto mortal, en medio de risotadas y burlas, ella hizo verdad la olla de puchero detrás del arco iris, que era para pocos.
Hoy, que una avalancha de «olvido» quiere como perjuro que ella se desdibuje, podemos afirmar que las hijas, hijos de aquellos hombres y mujeres estamos presentes para seguir dando el presente. Todo está guardado en la memoria y nuestra identidad, nuestro ADN cada día la tiene más presente y necesaria, más cerca, para encontrarla en cada gesto que nos enaltezca, un blanco sobre negro, cada vez más notorio, que quizá tiene la pretensión del olvido a su figura… golpe a la memoria colectiva?. Evita y Perón. Perón y Evita.
Evita y sus 33 años. Dándose, dando de sí, su propia vida, por un mundo mejor, de iguales, o pares. Evita y su mensaje de esperanza, potencia y verdad para estos tiempos donde la ESPERANZA y la ALEGRÍA de encontrarnos es cada vez más necesaria!.
Abrazos y apapachos para quienes necesiten de este saludo en este día de Evita… Solamente Ella.
7 de mayo de 1919. Los Toldos. Junín.
26 de julio de 1952. Buenos Aires.