UNA VEZ ME DIJERON QUE SE PUEDE LLORAR CON LAGRIMAS Y TAMBIÉN CON EL CORAZÓN: Cuando los años se nos vienen encima y al observar la realidad que nos circunda, al menos para mi, se producen ambos llantos al mismo tiempo cuando veo que algunos se han vuelto caníbales de la propia especie. Lloro como un bebé a grito desencajado cuando me informo en algunos medios de prensa que se quedan en la triste anécdota del Huracán Irma y similares. Que se quedan en el efecto y ocultan las causas.
No importa quien en estos momentos. Lo que sí importa es que lo que está sucediendo es la consecuencia de haber abandonado la filosofía, una simple y sencilla, que es la de nuestros hermanos de los pueblos originarios que adoraban al Padre Sol, a la Madre Tierra y a la Hermana Naturaleza. Lloro como nunca antes cuando releo la historia de nuestras comunidades originarias que a la llegada de Pedro de Mendoza les acercaban alimento de pura solidaridad pero que al conquistador no le alcanzó provocando una violencia de la que resultó derrotado. No puedo dejar de llorar cuando los huracanes provocan los destrozos como producto de la violentación de la naturaleza y los tornados, aprendiendo a dar aviso, nos dice que terminemos con tanto dolor que les causan a los chicos pobres que no tienen pan y a los chicos ricos que están tristes. Sí, no puedo dejar de llorar cuando se escriben o escribieron panfletos con la sola intención de prender fuego a la dinaita de nuestros pibes de veinte años pero lo que es peor es que lo siguen haciendo y lo seguirán haciendo hasta que la naturaleza les diga «HASTA AQUÍ LLEGARON», pero lo más más triste aún es que los quien menos, de no respetar la naturaleza, morirán siendo Lazaro mientras que el rico seguirá rogando al Padre Abraham que les permita avisar a los suyos qué les sucederá a quienes no escuchan recibiendo como respuesta del Padre Abraham que si no escucharon a los Profetas, tampoco te escucharán a ti…»
El título es una expresión de Pancho Bergoglio en cada homilia en la Parroquia de San Cayetano