La licenciada Adriana Martínez, Psicoanalista. Responsable Asistencial de Fundación Tiempo nos comparte en esta ocacion una problematica de la vida cotidiana, familia ensamblada para poder irse junta de vacaciones.
Espero que lo disfruten!
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Vacaciones de familias ensambladas
¿Qué requisitos debería cumplir una familia ensamblada para poder irse junta de
vacaciones?
Más que requisitos, valdría la pena pensar en las condiciones. La pregunta sería en qué
condiciones debería estar un grupo familiar heterogéneo, compuesto por miembros de
diferentes núcleos familiares previos (papás separados con hijos de matrimonios
anteriores, medios hermanos, hermanastros, etc.) para encarar el proyecto de vacacionar
juntos. En principio, los adultos deberán evaluar si es el momento, si ya han compartido
previamente tiempo juntos y cómo ha resultado. La decisión es de los adultos, sobre todo
si los hijos son niños aún.
¿Cuáles son los beneficios de irse de vacaciones como miembro de una familia
ensamblada? ¿Y los perjuicios?
Para cada integrante, los beneficios y los perjuicios serán distintos. Para la pareja, las
ventajas tienen que ver con compartir en simultáneo un buen momento tanto con la
persona amada como con los hijos propios. No tener que “dividirse” a la hora del
anhelado descanso y disfrute. Para los chicos, dependerá de los lazos previamente
establecidos. Se tratará de compartir con otros hijos, con otro adulto, que no será de su
núcleo primario (mamá-papá-hermanos), que seguramente tengan otros estilos, otros
modos de convivir. Las “desventajas” suelen tener que ver con esto mismo, tanto para
grandes como para chicos: a veces hay que ser muy tolerante y paciente con hijos ajenos,
con la nueva pareja del papá o la mamá, para que la experiencia funcione. Sin embargo, si
se logran compartir momentos gratos y saludables, todos podrían tener más para ganar
que para perder.
¿Cuáles suelen ser los principales conflictos que pueden abordar las familias
ensambladas a la hora de irse de vacaciones?
Los conflictos suelen surgir por celos, entre los chicos y/o entre chicos y grandes. Aceptar
que uno de sus padres tenga una nueva pareja, o bien, atienda a los hijos de ésta, o haya
tenido hijos propios en el nuevo vínculo, muchas veces es difícil. Lleva tiempo y, en
general, la magnitud y la duración del conflicto dependerán de la calidad de la relación de
los chicos con el padre involucrado. ¿Se puede dialogar?, ¿hay tolerancia para alojar estos
conflictos? Nadie cede fácilmente a lo que tuvo alguna vez. Una familia ensamblada es la
prueba real de que la familia anterior, tal como era, ya no va a volver a ser. Aunque se
puede transformar: entender y promover esto, es la única salida del laberinto del conflicto
sentimental que estas situaciones suelen inspirar en todos los involucrados.
¿Qué pueden hacer los adultos para evitarlos?
Escuchar a sus hijos y a los ajenos, también. Animarlos a que hablen con palabras, y no
con caras largas y silencios cargados de molestia. Ni con gritos y agresiones. Si hay
verdaderamente lugar para todos, no es necesario armar escenas de rivalidad y disputa.
¿Cómo se pueden solucionar los mismos?
Dándole a cada uno su lugar. Su lugar de palabra, de cariño, de tiempo. Explicando que
nadie está en riesgo de quedarse afuera, solo, dejado de lado. Estas cosas, que parecen
tan obvias, generan muchos temores en los chicos – niños y adolescentes, también – y es
imprescindible que se digan, que se expliciten y se despejen, para evitar sufrimientos
mayores. Los grandes, sí, deben intentar prescindir de rivalizar con los hijos de su pareja,
un clásico de clásicos, ya que son los adultos quienes deben tener claro cuál es el lugar de
cada uno en la nueva constelación familiar.
¿Qué se puede hacer para pasarla lo mejor posible con todos los integrantes de la
familia ensamblada? ¿Qué responsabilidad les cabe a los adultos y cuánta a los niños?
La responsabilidad, es siempre de los adultos. Damos el ejemplo y distribuimos los
recursos: el tiempo, el amor, la escucha, la atención, el dinero. Así que a los niños no
deberíamos pedirles más de lo que deberíamos ser capaces de dar e inspirar nosotros:
tolerancia, respeto, sinceridad.
¿A qué cosas se debe estar alertas?
Al malestar. Al propio y al ajeno. Al de grandes y al de chicos. Que no se acumule, que no
se silencie. Que no se haga como que no existe. Las familias ensambladas siempre lo
generan, a veces más y a veces menos que las “originales”. La familia en sí puede ser un
lugar amoroso, pero también conflictivo, por lo que hay que estar atento a que todos los
que la conforman puedan ser más o menos felices.
CONSEJOS SOBRE QUÉ HACER Y QUE NO:
No imponer una manera de hacer las cosas. Esto sólo genera “bandos”. Hay que tolerar
que cada grupo haga las cosas a su manera, hasta que poco a poco se vaya construyendo
una manera común de llevar adelante la cotidianeidad.
No pretender que los chicos sean amigos o como “hermanos”. No tienen porqué serlo. La
afinidad de sus padres como pareja no garantiza que los niños se agraden entre sí. De
hecho, esto tampoco se da siempre en familias tradicionales, así que ¿por qué forzarlo en
estos casos?.
Dejar que cada miembro decida sobre sus propios hijos, no interferir en la educación de
los hijos ajenos. Al menos, hasta que haya acuerdos y lineamientos comunes. Y lo que
haya que discutir, como siempre, lejos de la presencia de los chicos.
Intentar promover que se trata de una nueva constelación, ni mejor ni peor que la
anterior. Siempre habrá pérdidas y ganancias en juego, y para cada uno serán distintas.
Darse el tiempo de que los nuevos vínculos crezcan.