Al pasear a tu perro, es esencial que recojas sus heces y las deposites en contenedores negros o grises. Este pequeño hábito contribuye a mantener limpias las veredas y parques, evitando malos olores y riesgos para la salud.
La presencia de heces caninas en las calles es una preocupación constante. No recogerlas genera contaminación, riesgos de enfermedades y deteriora la imagen del barrio. Además, al secarse, las heces liberan partículas en el aire que respiramos, lo que puede afectar nuestra salud y la de nuestras mascotas. También, la lluvia y la humedad disuelven las heces, contaminando el agua y extendiendo aún más los riesgos sanitarios.
Llevar nuestras propias bolsas para recoger las heces es una práctica sencilla y efectiva. Al disponer de ellas, nos aseguramos de tener siempre los medios necesarios para cumplir con esta responsabilidad ciudadana. No solo evitamos la contaminación y los malos olores, sino que también contribuimos a que los espacios públicos sean más agradables para todos.
Nuestros actos individuales tienen una repercusión colectiva. Cada vez que dejamos de recoger las heces de nuestras mascotas, estamos contribuyendo a un problema que afecta a toda la comunidad. La limpieza de la ciudad depende de la colaboración de todos sus habitantes.
Incorporar este hábito en nuestra rutina diaria mejora nuestra relación con el medio ambiente y con los vecinos. Un cambio de hábito tan simple como recoger la caca de tu perro puede transformar nuestra ciudad en un lugar más limpio y saludable para todos.