Llegaron y llegan desde los más insospechados rincones. Algunos en barcos en los cuales el sentido común, el hacinamiento, la real falta de higiene y hasta lo inhóspito es lo normal.
“Es lo que hay”, diría un uso hasta incluso costumbrista de la resignación. Y eso “que hay” fue el compañero de viaje de cuantiosas personas, familias, en síntesis hermanos todos, que vinieron a buscar en estas tierras aquello que les era negado en la propia.
“Todos somos de alguna forma inmigrantes, si no por nosotros mismos, por nuestros padres o abuelos. En el Día del Inmigrante el objetivo es honrar a todos nuestros antepasados, que con tanto esfuerzo llegaron a estas tierras con el sueño de construir un país de paz y prosperidad”, dice no sin razón el Lic. Claudio Avruj y que es transcripto en el portal www.buenosaires.gov.ar su testimonio.
El 4 de septiembre de 2011 se recordó una vez más el día del inmigrante, un hecho al que adherimos en forma absoluta.
Nuestro suelo, nuestra Ciudad, es en forma total e inconfundible la tierra de aquel que vino a ésta en procura de un mañana mejor y muchas veces perseguido por la miseria, las cuestiones sociales y por qué no, por los ideales.
Deberán aún pasar largas décadas en una cantidad aún imposible de contar para que alguien pueda hablar de criollos o no criollos.
Y esta bueno que así sea.
Nos encontramos con los morenitos senegaleses, con coreanos, chinos, bolivianos, paraguayos, peruanos, judíos y demás. Todos ellos guardan la historia de la heladera en sus países de origen.
Se agrupan, se cuidan entre ellos e incluso se protegen de alguna imbecilidad que los discrimina.
Y por seguro, lo damos como un hecho, cuando alguien cruza una puerta entrando a una habitación, en la historia de esa habitación, habrá algún chileno, un boliviano, un paraguayo, que habrá levantado las paredes.
En circunstancias algunos son muy desagradecidos: ¿seríamos independientes (aunque esa independencia a veces es un formulismo) de no ser por nuestros hermanos africanos quienes eran enviados como pelotón o carne de cañón en las guerras de la independencia?
“En 1949, por decreto del Poder Ejecutivo Nacional (decreto Nº 21.430), fue establecido el 4 de septiembre como Día del Inmigrante. La elección de la fecha no fue azarosa. Por el contrario, recuerda un decreto firmado el 4 de septiembre de 1812 por el primer Triunvirato, cuando el gobierno ofreció «su inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a las familias que deseen fijar su domicilio en el territorio». A partir de ese momento, Argentina abrió formalmente sus puertas a los migrantes de cualquier parte del mundo que desearan vivir en estas tierras”, dice el portal más arriba mencionado debiendo agregar nosotros si efectivamente es así, pregunta que tantas veces se responde por la negativa.
“Teatro por la Diversidad es un espacio que apoya y difunde el trabajo artístico vocacional que se lleva a cabo en las colectividades que residen en la ciudad. El objetivo del proyecto es fomentar la convivencia armónica entre las colectividades, generar un espacio de intercambio entre los grupos teatrales que en ellas se desarrollan, y hacer trascender lo local de cada colectividad a lo general de toda la comunidad”
Este 4 de septiembre ante todo y queremos resaltarlo, significa un desafío cuales el de convertir en hechos concretos la bienvenida a los inmigrantes. Debemos hacerlos sentir como en su propia casa, su propia tierra y que el color de la piel, el idioma, la raza o la religión, sea una circunstancia sin importancia.
Pero además debemos tomar conciencia que el Día del Inmigrante es, en esencia, como dijo el Licenciado, nuestro día, el Día de todos, porque cualquiera de nosotros, hace un tiempo, tiene la cercana experiencia de un familiar que ha venido en busca de mejores venturas.
¡BIENVENIDOS! Y gracias por elegirnos…