A sus 81 años, la artista icónica del pop art argentino presenta una instalación de 20.000 paquetes de fideos que invita a reflexionar sobre la deuda externa, el hambre y la generosidad. Cada visitante se lleva a casa un paquete de spaghetti y una experiencia inolvidable.
Una torre naranja contra el olvido
Marta Minujín tiene 81 años, pero nadie lo cree: pura energía, magia y realismo. Inteligencia sin pose. Ella es, simplemente, Marta Minujín. Referente por excelencia del pop art, el post pop y las ganas de mostrar al mundo que se puede, señores. Hacer realidad los sueños. Ella lo logra. Desde la estructura interna de la torre, con música italiana de fondo, un espectáculo cuidadísimo. Los spaghetti en su torre esperan a cada dueño de un paquete de fideos.
El montaje en sí mismo es un espectáculo aparte, y ella, la diva pop, luce espléndida enfundada en su look rojo shocking. No para de dar directivas y responder saludos. La gente sabe que es genuina, que «chanta las 40» y sigue como si tal cosa. Claro, nació en Avellaneda aunque sea Ciudadana del Mundo.
Arte que se come, arte que piensa
Hoy, como desde los años 60 en adelante, sigue el asombro con su arte consumible no sólo con los ojos. De esta muestra cada espectador se lleva un paquete de fideos. Lo había hecho con su obra de chocolates, por qué no con pastas.La Torre de Pizza (mangiamo tutti) nos invita a pensar en todas direcciones. En un plato de spaghetti, cuántos comen. Y ella sabe. Preciosa, enfundada en su mono de telas espaciales, sus guantes y botas negras, sigue llenándonos de arte. Y hoy no es distinto, aunque sí. Le preguntaron (y ella contestó, claro) si podíamos pagar la deuda externa con ella. Contesta rápida, expeditiva:
«Ya está paga. En las dos Guerras Mundiales. La pagamos cuando en tiempos de Perón, Segunda Guerra Mundial, mandábamos trigo al mundo. En las dos Guerras Mundiales lo hicimos. Y hoy también podemos pagarla con trigo.»
Imparable, verdadera, Marta sigue implacablemente hermosa y justa. La verdad está ahí, tomala si te gusta. Y allí terminó un ping pong que no debió haber sido. Lo pensará dos veces el notero la próxima vez.
Generaciones en diálogo
Nuestra icónica Marta Minujín está recibiendo a su público, el de siempre y el nuevo. Los jóvenes que hoy acceden a su obra de décadas son testigos, hasta atónitos, de una obra singular y humana en toda su extensión y concepto. Si uno de sus componentes es de maíz y comestible, qué es. Sí, a quién se le puede ocurrir. Sí, a Marta Minujín.
Una torre de pizza color naranja. Sí, así. Su estructura lleva 20.000 paquetes de fideos Matarazzo. Por dentro y fuera, una respuesta al mediocre entendimiento.Toda una vida en la escena de un país traicionado, pero hay una realidad: estoy, estamos, estarás. De un maestro de la prosa que se tomó el piro casi en silencio hace cinco años y está cada día más presente: Gabo Ferro. Es que no estamos solos: así lo demuestra la que creó la Menesunda y los happening desde los años 60 hasta hoy, con sus magistrales muestras que van incorporando el aditivo especial de cada pueblo y su manera de ser o su manera de decir presente. Y no es poco, en estos tiempos, irse de visitar una obra de arte con un paquete de spaghetti en la mano y una canzonetta napolitana recorriendo el regreso a casa.
Gracias, Marta Minujín, por demostrar que el arte es poesía, realidad y generosidad. Que lleva la esperanza generosa y lúdica de un mundo sostenible, posible sin hambre, sólo apelando a los recursos genuinos que nos dejaron los formadores del país.
Presentada en la Noche de los Museos, sábado 8 de noviembre de 2025, Centro Cultural Recoleta.
