El Galpón, Proveeduría de la Asociación Mutual El Sentimiento, está ubicado en el punto cúlmine de la avenida Federico Lacroze. Allí donde pareciera que todos los colectivos, taxis y peatones de la ciudad lucharan a muerte por cada centímetro de asfalto. Allí, justo antes de la estación, hay una entrada que pasa casi desapercibida entre los paredones, paradas, vendedores y transeuntes. Por ese callejón, dos cuadras para adentro, un galpón que alguna vez fue el sector de encomiendas de la terminal, ahora alberga una feria de productos frescos, orgánicos y de granja, que abre sus puertas dos veces a la semana (miércoles y sábados, desde la mañana hasta poco después de mediodía). Allí, además de la buena onda de todos, se pueden llevar carnes, lácteos, verduras, dulces, hongos, embutidos, panes, semillas, aceites, perfumes, jabones y otros productos, todos elaborados en forma artesanal, casi siempre por la misma persona o familiar del que los vende.
Dicen en su web:
“Venimos de varias zonas de la Provincia de Buenos Aires con las verduras y frutas frescas, los lácteos, los huevos, los conejos, los chorizos, los lechones, los pollos. Monte Grande, Florencio Varela, Parque Pereyra Iraola, Cañuelas y Las Heras. También algunas otras Provincias del País, como Misiones, con la yerba mate, Santiago del Estero con dulces, quesos y productos artesanales. El norte de la provincia de Santa Fe con quesos, harinas y granos orgánicos, desde Jujuy con nuestros papines andinos, nuestra quinoa y amaranto. Entre otros orígenes. Desde cada uno de estos hermosos rincones, con esfuerzo y corazón, nos trasladamos hasta la Capital del País para ofrecer nuestros productos directamente, superando la intermediacion ociosa. Quienes estamos ubicados en Capital y producimos productos artesanales, venimos de diferentes barrios de la ciudad como la Boca, Monte Castro, Villa Urquiza y Villa Crespo. Del conurbano Bonaerense, desde Ituzaingó viajamos con los aromas de los jabones artesanales.”
Vale la pena como paseo y también vale como vida. Los productos de granja claramente son más sabrosos que los industriales. Porque no están contaminados de marqueting y porque tienen el sabor de la realidad humana en su estadío elemental: cultivando la tierra, procesando sus frutos.
Una experiencia entre medieval y futurista, pasear por los puestos, rodeado de una extraña mezcla de jóvenes modernos, antíguos revolucionarios y sencillas gentes de campo. Oír las conversaciones. Respirar los olores. Hasta la construcción, sólida y austera, propia de “la época de los ferrocarriles”, colabora con la sensación de estar en otro lugar y en otro tiempo.
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