La Ciudad de Buenos Aires, la que nunca duerme para algunos o célebre por sus noches para otros; la ciudad que cobijó a Carlos Gardel, a Homero Expósito, Julián Centeya, Agustín Magaldi y Enrique Santos Discépolo donde muchos intelectuales daban cabida a la musa que los inspiraba para después eternizar sus ensueños en pergaminos que no tienen desperdicio, es también célebre por la industria gráfica y librera.
Buenos Aires es lectura, el vecino un lector empedernido y una avenida Corrientes que testimonia su frenesí a través de una u otra librería que desde Callao hasta el obelisco, todas juntas y no de poca importancia, alimentan la avidez del porteño para enriquecerse con los textos del maestro Jorge Luis Borgés. También es Leopoldo Marechal, Adolfo Boy Casares, Roberto Arlt y ahora, sí ahora, todos y cada uno de los mencionados, nos están esperando a la entrada de la Feria del Libro.
¡Cuántas más celebridades gloriosas de las letras argentinas podríamos seguir nombrando! Pero que se nos disculpe si alguien se nos ha escapado de esta memoria no tan prodigiosa de quien escribe la presente: los años no vienen solos, se dice, y a veces, la memoria juega una mala pasada o resulta traicionera haciéndonos quedar no del todo bien ante un justo y esmerado reclamo.
Junto a ellos se encuentra nuestro vecino Enrique Banchs quien viviera en Delgado al 800 y en estos precisos instantes está dialogando en las puertas de su domicilio con Beatriz Oquendo célebre vecina y una docente de aquellas y Carlitos Caron editado por Editorial Galerna en cada una de sus creaciones.
Ha llegado hasta Delgado 834, sede de los talleres gráficos Edigraf S.A., el mismísimo Daniel Divinsky que trae los originales de Mafalda del celebrísimo Quino para una nueva edición de las incontables ya realizadas.
Todos ellos tienen una cita de honor en la Fería del Libro que como todos los años se realiza en los galpones de la Sociedad Rural en Palermo.
De una forma u otra expresan los antecedentes de aquellas ferias del libro y que se concretaban mes a mes hacia principios de la década del ’70 y que el portal Wikipedia reseña de este modo:
“Con anterioridad a la Feria Internacional, hubo en Buenos Aires exposiciones y ferias de libros. La del año 30 en la Plaza de la República, es quizás la más recordada. Hubo otras en paseos, parques y en el Cabildo de Buenos Aires.
El libro sale en busca del lector
En el año 1971, la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) comenzó un plan que tenía como premisa encontrar el medio más hábil para la difusión del libro. Es así que organizaron (durante los años 72, 73 y 74) 35 ferias de libros en las calles, parques y plazas de Buenos Aires y en algunas ciudades del interior.
Todas estas ferias callejeras eran algo más que lugares de ventas de libros. Se levantaban tablados donde se leían poemas, se hacía ballet, música, representaciones teatrales, etc. Al mismo tiempo en las bibliotecas públicas municipales se dictaban conferencias como extensión de estas exposiciones. Las ferias se pusieron bajo distintas evocaciones (la semana de la poesía, etc.)”
¡Enhorabuena la Feria del Libro de Buenos Aires! Porque el lema “Del autor al Lector” en este caso se ajusta estrictamente a la realidad.