Leemos en www.elrevisionista.com a modo de primeras palabras sobre Gabino Ezeiza: “Hay seres que parecen nacer para dar pábulo a la leyenda, para alimentar la llama inextinguible del Mito. Gabino Ezeiza, el famoso payador negro, fue uno de ellos. Ya en vida su figura había adquirido perfiles legendarios, que el tiempo transcurrido desde su desaparición ha ido acrecentando, al punto que sólo una precisa y nítida investigación podrá distinguir, en su biografía, lo real de lo imaginario”
Gabino fue uno de los grandes precursores de la cultura rioplatense; fue parte, a través de sus ascendientes, de aquella raza que fue traída como esclava por los barcos negreros. Para dar ejemplo de una sociedad discriminadora en donde los negros estaban para servir a sus amos, para ir como batallón o carne de cañón en cuanta guerra se daba (Veáse la Triple Infamia de la guerra contra los hermanos paraguayos del Gran Mariscal Solano López); servían para aprender un oficio y trabajar para sus amos mientras éstos disfrutaban de los placeres de la vida.
Tanto es así que la historia entrega el dato que en el Siglo XIX, la mitad de las almas en el Río de la Plata eran negros.
No servían, como lo denunciara Don Lucas Fernández, el director del diario “El Proletario”, para ir a las mismas escuelas que los blancos e incluso, denuncia el periodista, en las pulperías a la “persona de color” se le cobraba más, un plus, por ser negro.
Según la fuente citada: “Los negros, concentrados mayoritariamente en las parroquias de Balvanera, Montserrat, San Telmo, Catedral y La Concepción, constituían un núcleo importante en la población de Buenos Aires y a pesar de los años transcurridos desde la abolición de la esclavitud, muchos hombres y mujeres continuaban sirviendo a sus antiguos amos”
Aún hoy en las terminales de trenes, en Once o Constitución, para citar sólo algún caso, a los senegaleses se les saca la mercadería, se los lleva detenidos, a pesar que con la venta de sus baratijas se pagan su alojamiento y comen lo que pueden.
Gabino Ezeiza como todos los que integraban su raza debieron tolerar demasiadas injusticias, demasiados actos discriminatorios como por ejemplo en la feroz epidemia de fiebre amarilla se les impidiera salir de los barrios porteños más arriba mencionados, siendo uno de los que más víctimas aportaron a la tragedia de 1871.
El resto que prefirió ser libre vivía en la extrema pobreza, sin tener los hombres otro medio de subsistencia que vender por las calles de la ciudad, pasteles, mazamorra, pan casero o escobas, productos todos que elaboraban con paciencia y dedicación. Las mujeres, por su parte, no poseían otra alternativa que ofrecerse como lavanderas, cocineras o amas de cría.
A pesar de la letra del Preámbulo de la Constitución Argentina, ellos no estaba destinada la bienvenida al suelo patrio.
El gran Gabino Ezeiza debió habitar aquel Buenos Aires racista y se destacó fue por ser un talento de la música ciudadana.
“En este estado de cosas el 19 de febrero había nacido el niño Gabino Jacinto Ezeiza en la modesta vivienda de la calle Chacabuco 242 de Buenos Aires. Su bautismo se realizó el 6 de abril del mismo año en la Parroquia de la Concepción. Hijo de Joaquín Ezeiza, quien había servido a la familia Ezeiza, de ahí su apellido, y descendía por su abuelo de un trompa de Rosas. Su madre fue Joaquina García. Don Joaquín fue dado de alta en el ejército con el grado de subteniente 2º, en el 2º Batallón del 3º Regimiento, 1ª División Buenos Aires y destinado a la guerra con el Paraguay. Comenzó su campaña el 1º de julio de de 1865 en Ayuí Chico y finalizó en Tuyutí, donde falleció el 18 de mayo de 1867. El gobierno argentino declara la guerra al Paraguay el 5 de mayo de 1865 y a menos de dos meses de producida, Joaquín Ezeiza está en el frente con el grado de subteniente 2º, lo que hace sospechar que no tenía actividad militar anterior y que su graduación es producto de un “enganche” voluntario en el cuerpo de Guardias Nacionales.
Según Héctor P. Blomberg “el negrito Gabino no faltaba nunca a las payadas que se realizaban con frecuencia en su barrio. Escuchaba, conmovido y absorto, los torrentes de coplas que surgían de labios criollos, bajo el alero de los patios coloniales, sobre las vihuelas melodiosas, y sentía despertarse en su corazón infantil el amor a todo aquello”.
Hoy, 19 de febrero de 2014, se cumple un nuevo aniversario de su nacimiento pasando inadvertido por los comunicadores sociales.
¿Será que hay que ser blanco? A Gabino Ezeiza le sucede como al cantor Hugo Gimenez Agüero, el cantor patagónico que le dedicó su arte a los mapuches y a los tehuelches y parece que los periodistas no lo recuerdan nunca.
En esta apretada síntesis pretendimos ubicar al payador en su época y en las injusticias que se daban por la simple razón de ser “una persona de color”.