EL DESTINO Y SUS AVATARES.
Ayer fue un nuevo aniversario de la muerte de Ana Frank en un campo de concentración nazi. En sus días de encierro su desvelo era su Diario, al que acudía diariamente para contar (contarnos a la sazón), cómo se sobrevivía en la Alemania del führer. En su sótano, comiendo a veces, y en medio del silencio y los tiempos consensuados ella, esa niña fue capaz de crear la obra que le sobrevive.
Ayer, miércoles 12 de junio, en nuestro país la Ley de Bases se hizo realidad.
La ley donde el mercenario que nada registra.
Estoy con bronca, con dolor… y arriba quemando el sol.
Ver cercado el Congreso. Desfile de fuerzas, violencia que no veíamos desde hace décadas.
La cosa se puso amarga. Con impunidad el spray y el gas pimienta en los ojos.
Heridos, golpeados, los gaseados fueron atendidos por salir a pedir orden un fallo a favor del pueblo. Jubilados haciendo frente, exigiendo ser escuchados. Un desatino, golpeados. Esto es el comienzo de una etapa de que, el reclamar por los derechos, se comienza a etiquetar y a estigmatizar. Pareciera una cacería, una locura del odio y el atraso de un reloj histórico. Los canales de televisión nada se les paso, todo quedo registrado en diferentes medios se vio, el exceso de personal en las calles.
Mucho dolor, iniquidad, la vida no vale nada. Tiros con balas de goma, un gas que no tiene definición.
Argentinos a las cosas, decía un prócer, cuáles, digo.
Todo normalizado como el odio insuflado la vez que apareció, no hace mucho una horca primero, para convertirla en motosierra a posteriori.
El desprecio por el otro, los pacientes con cáncer, pacientes esperando sus medicamentos, los que necesitan de un stent urgente. Todos los recursos al tacho de basura, eso entiendo, eso siento con 74 años. Es dolor, impotencia y alegría ver a los pibes y muchos del pueblo marchando, esperando ser escuchados es muy fuerte.
No venimos del lodo, ni somos ignorantes, qué nos pasó. Esto de sembrar odio produce tempestades, o no lo saben.
La gente, como se dice ahora, los militantes bancando los trapos. Los jubilados, y las jubiladas poniéndose al frente de los escuadrones, dando cátedra de valor y memoria. Irrenunciable dignidad, esa que no tuvieron los fariseos que vendieron su alma por treinta dineros, los que no saben que el karma es ley inapelable, a día de festejar el 20 de Junio, a días de conmemorar la muerte de Güemes.
Me hago cargo de estas palabras y digo que no hay laburante que sea enemigo, que el diálogo está presente y es claro, a ello nos dirigimos. El diálogo es posible. El pueblo lo necesita, no a la violencia forzada, desde un decir popular, ayer no ganó nadie, retrocedimos, no queremos violencia.
Un abrazo gigante. A todos y cada uno.
María Britos.