Las fiestas patronales que reúnen miles de peregrinos en Santiago del Estero.
Las devociones que, año tras año atraen a paseantes y promesantes a una provincia creyente, y llena de fervor y magia.
En este caso es La Fiesta de San Esteban. El joven diácono, de la primera iglesia cristiana. El que no negó a Jesucristo. Murió apedreado, cruel ejecución, que lo encontró orando por sus opresores y jueces, y se concretó sin clemencia ni arrepentimiento.
El día del Santo Malo, como algunos lo llaman, encontró a sus promesantes con un buen clima. De todas partes de Santiago llegaban a Sumamao en Silipica, a visitar al Santo Patrono.
Vestido de rojo y amarillo, – los colores de San Esteban), adornadas casas y calles, fue el lugar de encuentro de una multitud que lo clamaba, donde estaba presente la música, los encuentros y el baile.
Si Santiago del Estero es Madre de Ciudades, también lo es de ser lugar de Fe.
De todo el país también llegaban a verlo a Él, que no vaciló en enfrentar al imperio romano. En el año 3 de la Era Cristiana.
Se cree que fue en Siria su nacimiento, a ciencia cierta no podemos atestiguarlo, si sabemos de su vigencia hoy, en 2023.
La tradición de abuelos, padres a hijos, lo hace vigente, con la fe práctica, allí en las calles, cantándole al Amado, San Esteban. Y sobre todo: bailando para él. Zapateos, chacareras y gatos, coplas y gritos en su honor. Lo que hace más impactante los escenarios populares, donde la fe y el baile se mestizan en su honor. El sentido de agradecerle lo concedido, o de hacerle un nuevo pedido son parte de esta tradición.
Los llantos y pañuelos al verlo , estar frente a su altar son hechos de una magnitud poco frecuente y si que lo son en una provincia que tiene su fe intacta. Todo lo han dejado para estar presentes en ese día y lugar. No hay excusa, la consigna es estar presentes. Para él.
La entrada de los promesantes desde la valla preparada, todos tomados de las manos y corriendo hablan de la singularidad de este encuenrto, lo colectivo es presencia. A galope tendido las tropillas hacen su arribo en medio de los gritos únicos, de cada jinete y su expresión de júbilo y respeto al llegar al lugar. No, el zapucay no murió, existe. Y es respuesta a las necesidades del alma. El escenario no es fácil, en lo emocional, desborda el sentimiento de entrega y hermandad.
San Esteban, con su capa roja, rodeado de flores y arreglos, flores de papel, hechas en cada casa, también lo homenajean. Es lugar de introspección, entrega y silencioso ruego. En simultáneo con el llegar de los peregrinos que llegan por las vallas, de los jinetes que gritan su presencia para alertar su llegada al Santo.
Es una experiencia que llama a ser compartida, experiencia, es estar, lo demás suena pálido. Lo demás suena hasta ficcional.
Llantos y abrazos, emociones guardadas, le dan más fuerza a este acto de entrega y misterio. Simplemente es así.
Así como los llantos ocupan el prodigioso tiempo se recargan las fuerzas para recomenzar el baile con nuevas expectativas, renovados cantos de alabanza, con cajas y bombos. El quechua se mezcla en las coplas.
Los mayorcitos, jóvenes y niños, adultos sin edad, cada uno con su experiencia renovada, se han hecho un todo, un fuego de luz que los convoca y hermana, donde la clase social tampoco importa: es que San Esteban es el Santo de todos. Desde inmemoriales tiempos no ha dejado a nadie sin escuchar. La Fe es una palabra que no se puede trasladar. Es pura vivencia.
GRACIAS SAN ESTEBAN POR ESTAR SIEMPRE. RUEGA POR TU PUEBLO!
Recordemos quién fue San Esteban.
En estas tierras fue entronizado por familias de origen español desde el siglo XVIII y su devoción en casa de Doña Mercedes Chapa de Zurita.
En la actualidad el santo es venerado en una capilla de campaña, en la campaña, en Maco, propiedad de un descendiente de Doña Mercedes. Una semana antes se hacen los preparativos para el traslado y peregrinación del Santo llevado en peregrinación a Sumamao. distante 40 km. de Maco (al sur), cercano al río.
El «Santo farristo».
A lo largo de la peregrinación suenan, gritos, cantos, vestidos de ocasión con sus galas al son de erkes, cohetes, cornetas, libaciones no faltan, rogativas tampoco.
La imagen llega a manos del «síndico» que lo lleva a la casa que se habilita para ese fin, el Santo no llega a la capilla, por considerarse fiesta de origen cristiano-pagano.
Quién fue San Esteban, el Protomartir?
Fue uno de los más fieles seguidores de los Apóstoles. Educado en la cultura helenística, acaso judío.
Aparece en Los Hechos de los Apóstoles como el primero entre los siete. Rezaba en las epístolas: «Hombre lleno de Fe y del Espíritu Santo» sus milagros y prodigios no alcanzaron: produjeron la desconfianza de escribas y ancianos, adscriptos a la tradición, escritos, no a hechos, por lo que fue condenado como el propio Jesús. La letra muerta había triunfado. Su lapidación… pero antes su llamado a la verdadera conversión.
Sin inmutarse, Esteban fue desmenuzando, punto por punto, la historia de la salvación. Habiendo sido preparada por Dios la llegada del «Justo» a la Tierra, pero ellos habían resistido al Espíritu Santo, tanto como sus padres lo habían hecho y perseguido a los profetas.
«He aquí, veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre de pie, a la diestra de Dios», concluyó Esteban, imbuido el mismo en el Espíritu Santo. Esto enardeció a los ancianos, que, dando gritos, lo empujaron fuera del templo, y allí comenzaron su lapidación. Sumario hecho que se le propinaba a los idólatras y homicidas.
La Historia en los libros Sagrados, muestra entre el público a Saulo de Tarso, el fatídico perseguidor de los cristianos. Implacable. Más, esta vez, la Historia lo hacía ingresar al drama de la Pasión a través de este hecho. Apóstol de los Gentiles, Saulo de Tarso tuvo a sus pies la capa del diácono Santo. Mientras era apedreado por la turba donde los miembros del Sanedrín eran mayoría, el jóven mártir pidió a voces la asistencia de su Señor y Maestro, Jesucristo de Nazaret. Y en el último acto de este drama, el diácono elevó su mirada al cielo pidiendo a Jesucristo que acogiera su alma, estaba como viéndolo, entre el cielo y la tierra y no vaciló en gritar también que perdonase a sus asesinos. Este aberrante suceso ocurrió en los días posteriores a Pentecostés.
Dónde se encuentra el lugar del que hablamos. Se lo sitúa hoy en Jerusalem, hacia las afueras del la puerta de Damasco, donde se erige la Iglesia de Saint Etienne. La muerte de Esteban no fue desapercibida. Recorrió el mundo cristiano hasta convertirlo en una devoción que se agigantaba cada vez más. Sus reliquias se expusieron cercano al año 400 DC. Su joven vida y legado, sobremanera su martirio, han hecho de Esteban una figura central del cristianismo, sobre todo del Cristianismo del
Oriente, llamado Ortodoxo.
Para reflexionar, dejamos al lector, con un perseguidor de cristianos, en su máxima expresión: Saulo de Tarso. Que por segunda vez es testigo de la crueldad que se erigía en nombre de Dios. Y ya entra a la Historia: el hombre que dedicará su vida a la doctrina cristiana. Ya no hay vuelta atrás para Saulo de Tarso: San Pablo. Aquél que seguirá escribiendo con cada hecho de su vida, su propia Redención y Entrega Dios, sabiendo que el Todopoderoso no busca hombres perfectos, sino convertidos.