Hoy la Comunidad Cristiana toda, celebra la llegada del Espíritu Santo sobre los apóstoles.
En todo el mundo cristiano hoy celebramos el quincuagésimo día, donde se presenta nuestro Señor Jesucristo a sus apóstoles.
Encerrados en un recinto interior, los apóstoles se hallaban reunidos, tristes, temerosos y aún confundidos.
El Señor se hizo presente en medio de ellos, ante su asombro y gozo.
Esta vez no mostró sus heridas, tampoco repartió el Pan de Vida. Postrados como estaban esos hombres rudos, silenciosos, perplejos lo alabaron…
Esta vez llegó a cada uno y les sopló. Era el sello del Espíritu Santo que venía a dejarles. El sello del Espíritu Santo, el soplo de vida, que los lanzaría al mundo,cambiándoles el rumbo, reinventándolos para seguir por un camino nuevo, y anunciar que nunca más estarían solos, que eran hijos de Dios por lo tanto expandirían esa palabra del Hijo del Hombre por los senderos más lejanos a la aldea nativa de la que venían.
A cada uno le llegó un viento recio, estruendo que llenaba la casa. Lenguas como de fuego se les aparecieron y se asentaron en cada uno de los azorados apóstoles.
Era el día donde la Promes se cumplía.
Jesucristo venía a cumplir la promesa. De que el Padre enviaría al Espíritu Santo para guiarlos en su misión redentora del género humano. Aquí comienza el avivamiento de ese grupo de hombres y mujeres que emprenderían un activa fe, a partir del toque de aquellas lenguas de fuego, que llamamos hoy Espíritu Santo.
De acuerdo a la Iglesia Católica, «ese día se revela plenamente la Santísima Trinidad. Desde esa fecha el Reino que anunciaba Jesucristo se abre a los que creen en El: los que la humildad de la carne y la fe participan de la comunión de la Santísima Trinidad.
El Espíritu Santo, que no cesa, hace entrar al mundo en los últimos tiempos, el Reino ya heredado, los tiempos de la Iglesia, pero aún no consumado».
Ahora bien, hay diversos dones, y un mismo Espíritu, diversas maneras de servir, pero un mismo Señor. Diversas funciones pero un mismo Dios que hace todas las cosas en todos y a cada uno se le da una especial manifestación del Espíritu para bien de los demás. (1 Cor. 12:4-7).
Celebremos este día en comunidad, renovemos nuestro espíritu bajo la especial llama del Espíritu Santo, con la llama de la presencia de Dios ardiendo con fuerza en nuestros corazones y en nuestro mundo.
Pentecostés. Es decir Fiesta de las Semanas, por las siete semanas por la fiesta de los primeros frutos.
Los símbolos que representan al Espíritu Santo son variados, entre ellos: el Agua. Lo vemos en la acción del Espíritu Santo en el Bautismo, el agua representa el signo sacramental del nuevo nacimiento. La Unción: Como símbolo de Fuerza. La unción con óleo. Se unge al confirmado preparándolo a ser un testigo de Jesucristo. El Fuego: Es la energía transformadora de los actos del Espíritu.
Nube y Luz: Inseparables ambos en las manifestaciones del Espíritu Santo. Desciende así sobre la Santísima Virgen María para «cubrirla con su sombra». También la hallamos en la Transfiguración, en el Monte Tabor, el día de la Ascensión, aparece una nube y una sombra.
Sello: Indica el carácter indeleble de la unción del Espíritu Santo en cada sacramento y dicen de la consagración del cristiano.
La Mano: Los Apóstoles en aquellos tiempos y los actuales obispos, de acuerdo a la imposición de manos, son llamados a transmitir el «don del Espíritu».
No olvidemos el símbolo central: La Paloma.
En el Bautismo de nuestro Señor Jesucristo, el Espíritu Santo aparece en forma de paloma, y se posa sobre Él.
Que el Espíritu Santo obre en cada uno de nosotros, guiándonos en lo individual y colectivo. Que su poderosa unción llene de Paz y Alabanza a nuestro pueblo y se extienda por cada rincón de Argentina y el mundo.