Las puestas más relevantes fueron: «Crimen y castigo» de F. Dostoievsky, con cual se inauguró la sala, «A 2,50 la cuba libre» del venezolano Ibrahím Guerra con una nominación a los premios ACE como mejor espectáculo off y el premio revelación a Laura Migone, una de las actrices del espectáculo en el año 2000, “Los Japoneses no esperan” de Ricardo Talesnik con tres temporadas en cartel, verano en Mar del Plata y Carlos Paz y nominaciones y premios por donde estuvieron. “Embañados”, un espectáculo infantil de Nora Acrich, «Apocalipsis» de Ricardo Arauz también durante tres temporadas y «Ciudad en Fuga” y “Cronicas de Pichincha” de Alicia Muñoz. La producción mas reciente de Gargantua fue “Mundomudo” escrita y protagonizada por Carlos Belloso, todas dirigidas por Ricardo Arauz.
Tambíen pasaron por la sala: Carlos Belloso con sus tres unipersonales: “Pará, fanático!” “Dr. Peuser” y “Ojo”, Eduardo Calvo, con “Humor Calvo”, Eugenia Guerty con “Llorando me dormí”, Mónica Cabrera con, “Arrabalera”, “Las Chicas de Blanco”, Rosario Zubeldía con su elenco de “Sin pies ni cabeza”, Lorena Romanín con “Contención” y “Soy minoría”. Florencia Chame con “Giro Hondo”, Raúl Mereñuk con “Con todo respeCto”, Mónica Gazpio con “HumorÁculo”, Cristina Scofet con “Serial”, Leticia Torres con “Bodegón”, Laura Manzini con “Martirio, mujer y tango”. Los espectáculos musicales: “La gloria eres tú” y “Actitú Pupé”. Ciclos de Flamenco, Tango y Árabe. Los Shows “Buenos Aires Bossa”.
El escenario italiano de 6.40 metros de boca por 5 de fondo también cuenta con una plataforma giratoria central de 4 metros de diámetro. La sala tiene una capacidad máxima de 100 espectadores. El espacio puede invertirse y usar el escenario como platea y el piso como espacio escénico. A demás existe una sala alternativa para ensayos y talleres de 4 metros por 8 metros de largo, y un bar delante de la sala principal, para recibir a los espectadores.
En 1997 Nora Acrich y Ricardo Arauz compraron una casa antigua (muy antigua) en Jorge Newbery 3563. La verdad era que esa casa estaba en pésimas condiciones pero ellos tuvieron la visión de que, con los arreglos necesarios, se podía transformar en un lugar especial, logrando convertir un sueño en realidad: Tener un teatro propio. Vieron algo más que paredes arruinadas, techos destruidos y pisos devastados. Sintieron la magia que había dentro y sintieron la historia. Historia que al poco tiempo fueron descubriendo. Resultó que antes de haber sido una ferretería y un taller mecánico fue, allá por el año 1945 el antiguo «Bar Los Andes», lugar de reunión de famosos tangueros como Jorge Vidal, Alberto Marino y el Tano Genaro entre otros. La sorpresa mayor fue cuando se enteraron que este café había sido la base para el lanzamiento a la fama del gran Julio Sosa, quien había llegado al país en 1949 y comenzaba a actuar en este escenario en junio de ese año.
Con estos antecedentes supieron con mayor certeza que este lugar les traería muchisimas alegrías y decidieron emprender la tarea más difícil: abrir sus puertas al público nuevamente.
En 1998 Ricardo recibe la propuesta de dirigir un espectáculo. Un amigo le acercó una adaptación de la novela «Crimen y Castigo» de F. Dostoievsky. El proyecto era maravilloso pero algo ambicioso. En ese momento comenzó el desafío. Ricardo sabía que sólo con el amor y la pasión por el teatro y el trabajo en equipo, se podía lograr el objetivo. Así fue como el director, los actores, los técnicos y los asistentes se convirtieron en obreros de la construcción. Levantaron paredes, hicieron los baños (cloacas), repararon los pisos, los techos y las paredes destruídas, decoraron los camarines y, como si fuera poco, montaron la escenografía con calesita giratoria incluida. En realidad, nada resultó tan fácil como suena ahora, no se contaba con el dinero para poder emprender tamaña osadía. Fue así como se decidió vender las entradas del espectáculo por anticipado y, de esa manera, reunir el dinero suficiente para financiar la obra. El resultado fue un éxito y en julio de 1999, se estrenó «Crimen y Castigo» permaneciendo en cartel y a sala llena algo más de 6 meses. En noviembre de ese año la Asociación Cronistas de Espectáculos (ACE) entrega a «GARGANTÚA» una mención especial por la apertura de una nueva sala de teatro. Después de tantos esfuerzos, un nuevo espacio cultural funcionaba en Buenos Aires.
A comienzos del 2001 llegaba el nuevo desafío, quitar dos columnas que se encontraban en medio de la sala. Y con un grupo de 4 personas (personas muy especiales y coincidentemente actores también) comenzaba una nueva reforma. Con el respaldo de un ingeniero y de un arquitecto estas 4 personas vuelven a «jugar» a albañiles, pintores, carpinteros y después de casi 4 meses de trabajo, el resultado está a la vista… El Centro Cultural Gargantúa, que tenía una sala para 60 espectadores, hoy llega a los 100. Cuenta también con una sala de ensayo en la planta superior, un bar, un abanico de cursos, espectáculos nuevos que se estrenan, y otros, que se comienzan a ensayar.
Así fue como este “Grupo Gargantúa” selló su forma de ver y hacer teatro. Simplemente desde el alma. Y para con todo lo que se haga, actuar, iluminar, musicalizar, construir paredes, pintar, lo que sea, pero siempre desde el alma.