El Día del Perdón. La conmemoración de la Nueva Oportunidad.
La primera estrella que aparezca en el cielo el martes 4 de Octubre marca el comienzo de la sagrada y milenaria festividad del pueblo judío. En Argentina, Eliahu Hamra, rabino y secretario general del Superior Rabinato nos da su explicación. La simbología del talit y el shofar nos sitúan en los inicios de su celebración, conocida también como «Día de la Expiación» o «Perdón».
La profunda conexión que conlleva el hecho de la propia mirada sobre errores y equivocaciones cometidas, diríamos como «examen de conciencia» de aquello cometido y considerado «error».
La anterior celebración, llamada «Rosh Hashaná» nos lleva a la exultación,y la alabanza del reinado de Dios en el mundo , donde los pedidos al Altísimo Dios del Universo son elevados, pidiendo buenos augurios, bendiciones y prosperidad.
Es así, que en conmemoración también el miércoles 5 con la aparición de la primera estrella , llega el momento crucial para la comunidad judía: la misma se reúne a pedir perdón y cada uno lo hace de acuerdo a su entender y sentir en medio de un severo ayuno, a modo de purificación que llega antes de la misma celebración del Rosh Hashaná.
La más alta celebración observada por el pueblo judío desde la Antigüedad, fecha donde la cercanía con Dios y la terrena esencia de cada uno, la conexión más íntima y estrecha ; el aspecto espiritual.
Esta cercania que representa Rosh Hashaná donde cada se redime de sus propios errores en el pasado. El Rabino Hamra da una explicación: «Así como la celebración de Rosh Hashaná, que sucedió hace pocos días, son fechas en las que alabamos el reinado de Dios en el mundo, en las que celebramos su Creación y le pedimos que el año a comenzar nos traiga dicha, buenos augurios, prosperidad y Bendiciones».
A lo largo del día y hasta que aparezca la primera estrella del miércoles 5, la Comunidad Judía se reúne a pedir Perdón, en esta especial reflexión. Para que ocurra se cumple un estricto ayuno y se hace un análisis de todo lo realizado durante el año que pasó, (antes del Rosh Hashaná) para que, luego de la Purificación uno pueda ser anotado en el Libro de la Vida.
Durante la celebración no se usarán zapatos de cuero, untarse el cuerpo con cremas, bañarse y mantener relaciones íntimas. El rezo más sagrado de esta jornada es el Neilá, que se ofrece el día 4 por la noche. Para lo cual se coloca un talit, un manto de oración cuadrado, que es usado por única vez en la tarde en esta ocasión.
Es el momento exacto cuando se selle el veredicto de Dios para el año que comienza. Por eso, el deseo expresado es el de » ¡gmar jatimá tová! » cuya traducción literal es: » que tengamos un buen sellado final «, cuyo significado es: » el deseo de que seamos inscriptos en el Libro de la Vida «. Para culminar luego la conmemoración, se escucha el sonido del Shofar, un instrumento de viento que se confecciona con el cuerno de un animal considerado «puro y limpio» (kosher) como el carnero, la cabra, el antílope o la gacela (nunca de vaca o toro), que marca el final del período del ayuno.
Esta celebración se remonta a más de 3.300 años atrás, después de la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto, Dios le entrega la Torá a Moisés en el Monte Sinaí. La gente se impacientó porque no regresaba y comenzó a adorar a un becerro de oro. Cuando Moisés descendió, los idólatras fueron castigados y comenzaron un tiempo de recomposición con su relación con Dios, que duró hasta el décimo día de Tishrei.
Los días cercanos al Lom Kipur, la mirada se vuelve hacia nosotros mismos, señala el Rabino Hamra. Añade que, por un lado, realizamos un exhaustivo examen de conciencia, dedicamos nuestro tiempo a la introspección, analizamos a fondo nuestras acciones y, finalmente pedimos perdón por los errores que cometimos.
Esto no es todo lo que sucede en Lom Kipur, explicó el Rabino Hamra en un comunicado que difundió AMIA: » también nos conectamos con otro nivel de nuestra existencia. Más allá de la superficialidad material de nuestro ser, dirigimos nuestra atención a otra dimensión, aquélla en donde no existe el pecado, aquélla que se mantiene a salvo del mal, y que resguarda y ampara la parte más elevada de nuestra existencia».
Hamra profundizó: » Nuestra dimensión material tiene un tiempo determinado en este mundo, mientras que nuestra parte espiritual vive en la eternidad. Cada acción que hacemos durante el año influye en nuestras vidas, positiva y negativamente, pero tenemos que saber que aún las acciones negativas no llegan a mancillar la raíz más elevada de nuestras almas. De este lugar sagrado a salvo del mal y la negatividad desciende una influencia buena para nuestra existencia y es en Lom Kipur cuando tenemos la oportunidad de elevarnos, cuando nos imbuímos en un espíritu supremo que nos lleva a otra instancia de nuestra alma que es pura y sagrada».
» En este punto de elevación, nos conectamos fraternal y amistosamente con nuestros seres queridos, pedimos perdón a Dios por nuestros errores y a nuestros semejantes, aunque creamos que hemos tenido razón», aclaró el rabino.
En este día sagrado, además de conectarnos con el aspecto más profundo de la vida, también honramos a las personas que ya no están entre nosotros. Encendemos una vela por su memoria y pedimos por la elevación de sus almas. Lom Kipur nos propone vivenciar una conexión para poder estar todos unidos,
para elevarnos, purificarnos y tener un año próspero, lleno de bendiciones», concluyó el rabino Hamra.