Como Pablo Neruda podríamos decir “Puedo escribir los versos más tristes esta noche…”, pero no lo haremos porque se nos ocurre reflexionar sobre el rol de la mujer y de las grandes mujeres que dieron testimonio directo en el devenir de la especie humana. Queremos reflexionar a aquella mujer que andaba por la existencia junto a Adán –ni atrás ni adelante, junto a su hombre.
También y en breve líneas queremos hablar de María Magdalena, por siglos agraviada caminando junto al Hijo del Hombre, Jesús, escandaliza a algunos cuando se la ubica como la pareja de quien nos vino a dar sustento, convirtiendo al Cristianismo en además de una filosofía y no sólo una cuestión de fe: ¿Qué cambia desde El Mensaje si en verdad eran pareja?
¿Por qué el pecado original de Adán y Eva fue comer el fruto prohibido y no lo que se dio después, cuando algunos se apropiaron de aquello que nos fue entregado a todos?
¿No hay fruto más prohibido que la mentalidad de los capangas de occidente basados en la filosofía del poseer y del mercantilismo como si la posesión o el mercado valiesen mucho más que un niño con hambre o terminar con la miseria de los pueblos, subalternizando el espíritu y el alma?
América Latina nos muestra la gran diferencia entre el filosofar de nuestros pueblos originarios y la mentalidad salvaje de la espada y la cruz que provocaron un genocidio robándose nuestras riquezas sometiendo a nuestra gente y a los africanos a la más cruel existencia.
Para nuestros hermanos lo fundacional era adorar al Padre Sol, a la Madre Tierra y a la Hermana Naturaleza. Para los conquistadores, tan sólo el Dios Mercado.
También a esas Madres que fueron martirizadas con sus pechos al aire o como Juana de Arco quien murió en la hoguera, les corresponde celebrar o recordarlas en el Día de la Mujer pero con la salvedad tantas veces acallada que en realidad debe ser el Día del Necesitado.
Una Mujer que enalteció el paso de la especie fue Gaby Binner, quien provocó la toma de conciencia acerca de la discapacidad. Escribió alguna vez este poema:
Algunos fragmentos de sus poemas:
«Me gustaría poder decir al final de mi vida,
que estuve agradecida de haber vivido
y luchado por una causa noble
como «la libertad del hombre».
Yo que estoy encadenada a esta silla
yo que estoy presa dentro de un cuerpo
que no responde.
Haber amado al hijo y al amigo
y cantado canciones cuando se va la tarde».
Gaby Brimmer
Yo no sé caminar
sé volar
Yo no sé hablar
sé escuchar
la música
y las palabras
de Joan Manuel Serrat.
Yo no sabré subir
sé escalar
y no sabré andar
pero me sé sentar
a contemplar
una puesta de sol
en la montaña
y en el mar.
Yo no sabré ver
pero sí mirar
los ojos de mi perro
que no pueden hablar.
Una pequeña biografía editada por www.elkiosco.com nos dice:
A la edad de 8 años ingresó a la Primaria del Centro de Rehabilitación Músculo Esquelético donde conoció a la maestra Margarita Aguilar, una persona inolvidable para Gaby pues supo motivarla hacia la escritura, una habilidad muy desarrollada por sus padres, personas muy cultas e inteligentes.
El tiempo libre de la pequeña se ocupaba en leer, aprender y desde luego jugar, claro que sin descuidar sus estudios.
Para 1964, Gaby logra entrar a la Secundaria No. 68, una escuela regular donde conoció a Jorge Aguilar Mora, un maestro de lengua española y poeta quien influyó notablemente en ella y su faceta poética.
La tímida adolescente comenzó entonces a escribir en su máquina poemas que se convirtieron en su más grande tesoro. En una ocasión su madre descubrió uno de ellos, lo leyó y con lágrimas de emoción la motivó para que siguiera escribiendo.
Desde entonces su madre guardaba cada escrito que Gaby hacia fuera de la escuela o personal porque pensaba es hacer un libro con todas esas recopilaciones.
Cada día era un reto tanto para Gaby como para su fiel y determinada compañera Florencia, quien la levantaba, la sacaba del auto, sentaba en su silla de ruedas y asistía a clases con ella; definitivamente su entrega y su amor fueron esenciales en los retos cumplidos de Gaby.
Con gran voluntad y tenacidad Gaby ingresa en 1967 a la Preparatoria No. 6, año en que su padre fallece, un acontecimiento que le afectó bastante pues lo quería mucho, él representaba un gran apoyo y estímulo.
Un año después, el 2 de octubre estalló el movimiento estudiantil, a partir de entonces la existencia de miles de mexicanos no seria la misma y Gaby no estaba excenta de eso, su decaído estado de ánimo se reflejaba en su poesía.
Para el año de 1971 se inscribió en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de México (UNAM) donde cursaría Sociología, estudió algunos meses y luego tuvo que abandonar por decisión familiar.
En 1974 regresa a la universidad, esta vez para estudiar periodismo sin embargo la arquitectura de la institución (falta de rampas para personas con discapacidad) y las formas de pensar de los maestros le impidieron continuar por lo que sólo estudió tres semestres.
Gaby nos habla de la voluntad de poderío volcado al género humano y estas líneas nos dicen de la ceguera de hombres e instituciones que no se ocuparon en crear una sociedad abierta y solidaria. Que los derechos de todos era nada más de una literatura vacía de contenido.
En síntesis, Gaby nos está hablando de una vida inmensamente rica desde lo espiritual, desde las ganas de superarse, desde el crecimiento interior a pesar de la adversidad desde un aspecto, si sabemos leer, de la libertad.