Por Emilia Viaggio. Hoy, Argentina y el mundo despiden con profundo pesar a Nora Cortiñas, una de las figuras más emblemáticas de la lucha por los derechos humanos en nuestro país. Su vida y su incansable trabajo al frente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora no solo han dejado una huella imborrable en la historia argentina, sino que también han inspirado a miles de personas alrededor del mundo.
Nora Cortiñas, nacida el 22 de marzo de 1930, se convirtió en una defensora incansable de los derechos humanos a partir de la desaparición de su hijo, Carlos Gustavo, en abril de 1977 durante la dictadura militar. Esta tragedia personal la llevó a unirse a otras madres que, desesperadas por encontrar a sus hijos desaparecidos, comenzaron a reunirse en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada. Así nació Madres de Plaza de Mayo, un movimiento que se convertiría en un símbolo de resistencia y búsqueda de justicia.
A lo largo de más de cuatro décadas, Nora no solo buscó a su hijo, sino que también luchó por la verdad y la justicia para todos los desaparecidos y sus familias. Su voz, siempre firme y clara, resonó en innumerables marchas, manifestaciones y eventos internacionales, donde denunció los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura. Nora nunca dejó de exigir memoria, verdad y justicia, tres pilares fundamentales en la construcción de una sociedad más justa y democrática.
Además de su lucha en el ámbito de los derechos humanos, Nora Cortiñas fue una ferviente defensora de los derechos sociales y ambientales. Su compromiso la llevó a apoyar diversas causas, siempre del lado de los más vulnerables. Nora entendía que la justicia social y los derechos humanos están intrínsecamente ligados, y dedicó su vida a trabajar por un mundo en el que todos pudieran vivir con dignidad.
El espíritu de Nora Cortiñas es el de una mujer valiente, incansable y llena de amor por su pueblo. Su capacidad para transformar el dolor personal en una lucha colectiva y su inquebrantable fe en la justicia la convirtieron en un faro de esperanza para muchos. Su legado trasciende fronteras y tiempos, recordándonos la importancia de no rendirse jamás ante la injusticia. Así, recordamos a Nora Cortiñas no solo por lo que hizo, sino por lo que representa: la dignidad en la lucha, la fuerza en la adversidad y la esperanza en la justicia.
Nora Cortiñas fue una mujer de una integridad y coraje admirables. Su espíritu indomable y su capacidad para transformar el dolor en una fuerza motriz para el cambio social son un legado que debemos honrar y continuar. Su vida nos enseñó que la lucha por la justicia y los derechos humanos es un camino arduo pero necesario, y que la memoria de quienes ya no están debe ser preservada como un acto de resistencia y amor.
Nora, tu legado vive en cada paso que damos hacia la verdad y la justicia. Gracias por mostrarnos que la resistencia es posible y que, aun en la oscuridad, siempre hay lugar para la esperanza.