Seguramente el arroyo Maldonado que durante un tiempo fue la frontera en Capital y Provincia, sus tierras anegadizas e inundables, su cercanía a la famosa arteria Godoy Cruz y más allá, a unas cuadras, el Hipódromo, la famosa fábrica de zapatos y que po cuestiones de estar cerca del lugar del trabajo, hizo que muchos obreros fuesen pagando sus lotes construyendo su vivienda o el famoso por todos los tiempos, el llamado conventillo de la Paloma siendo el palomar donde se mezclaba la pobreza con el hacinamiento de sus inquilinos, hizo que Villa Crespo fuese uno de los barrios caracterítico por excelencia de aquel Viejo Buenos Aires en donde la avaricia de unos pocos provocaba el malvivir de muchos.
Pero, al igual que nuestro barrio de Chacarita, presenció una masacre de trabajadores sólo equiparable con los hechos en la Patagonia cuando el Teniente Coronel Varela confesaba que «Me podrán decir que soy un coronel sanguinario, pero no desobediente». Cabe recordar que el Teniente Coronel Varela luego fue fusilado por un anarquista a la salida de su domicilio particular.
De hecho, ir a desgastar sus horas en las largas jornadas de trabajo, el no asueto dominical, la falta de cobro del aguinaldo y vacaciones, todos principios sociales logrados en el transcurso del gobierno del entonces Coronel Perón, y como hemos afirmado, la poca posibilidad de proveerse de una vida digna o más o menos aceptable, hizo que Villa Crespo fuese el lugar elegido por aquellos que tuvieron menos que nada.
Justamente por ser fácil encontrar un lugar, fue el sitio elegido por los inmigrantes de las más variadas procedencias y también, fue un emblema del nuestra música ciudadana, el tango…