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LA ULTIMA ESTACIÓN…

De chico con la ñata en el virdrio, sentado en los viejos asientos de madera, veía pasar las luces que iluminaban la llegada de la estación Miserere del Subte A.

Los mismos pasajeros que tomaron a diario la línea A de subte durante años, ayer fueron a sus andenes sólo para acompañar, fotografiar y despedir a los centenarios vagones La Brugeoise. Fue una peregrinación nostálgica y emotiva . “En estos mismos vagones viajaron nuestros padres y abuelos”, explicó uno de tantos pasajeros que fueron a decir adiós. Desde hoy, la línea estará cerrada por 56 días mientras cambian las queridas “brujas” por 45 coches chinos.

 Los trenes Fiat, que son los más nuevos de la línea, ayer iban casi vacíos. La gente esperaba y subía a los viejos coches de madera. En cada estación, los recibían decenas de personas, cámara o celular en mano, para sacarles fotos. Como Claudio, de 50 años, que retrató cada detalle de un vagón hasta el final de su recorrido, en Plaza de Mayo. “Estos trenes son parte de nuestra historia” , dice Nora Sanchez para Clarin justamente cuando la última estación recibía aquel añejos pero utilizables siempre vagones de madera.

De pronto la memoria de los cien barrios porteños volvía a cantarse una y otra vez no sin antes abrir el paso a la nostalgia de aquel barrio ya ido y cuando se construían automóviles como el Falcon para toda la vida y quizás se dejó de fabricar porque no les convenía para reemplazarlos con estos autos de plástico que se abollan con solo mirarlos.

“Me da mucha tristeza que los saquen –reconoció Silvia Machín–. No quiero que esos vagones terminen abandonados. Son patrimonio histórico y un atractivo turístico. Estoy de acuerdo con el progreso, pero no con la destrucción por el progreso”. Como ella, muchos se preguntaban por el destino de los 95 vagones La Brugeoise. Desde Subterráneos de Buenos Aires sólo dijeron que preservarán 15 , que cuentan con protección estructural por ley, pero no aclararon qué harán con el resto. El Ministerio de Cultura propuso usarlos para armar bibliotecas en las plazas. Según la Asociación Amigos del Tranvía, cada vagón valdría entre US$ 300.000 y US$ 500.000 «

Y este progreso o la pretendida noción de tal que demuele todo en pos de un supuesto modernismo o de uno muy hecho a la medida del negocio de turno, así como se lleva algunas casonas antiguas o la Casa Suiza en pleno Congreso, hoy también nombre de tal se llevó los vagones de madera del Subte A no explicitando qué van a hacer con los mismos.

¿Servirán para hacer asado? Espero que no. También que el sentido común esté por encima de cualquier arbitrariedad de un funcionario de turno.

Nora Sanchez una profesional de la comunicación termina su nota de la siguiente manera:

“La primera vez que viajé al centro, mi papá me llevó en este subte. Teníamos que portarnos bien, para ir a pasear el fin de semana a la calle Florida”, recordó Luján Reynoso, de 68 años. “A mí me decían ‘Vestíte que vamos al centro’, e íbamos en estos vagones”, intervino Jorge Moreno, de 74.  Aprovechá y mirá todo, que es la última vez” , le dijo un padre a su hijo de 9 años. “Ojalá que no tiren estos trenes como si fueran un cachivache –suspiró Rosa Baca–. Viajé en esta línea por primera vez en los 70, para ir al Teatro Avenida a ver El Barbero de Sevilla”. La última formación La Brugeoise partió desde Plaza de Mayo. Fue la oportunidad final para sentarse en sus asientos lustrados y sentir su profundo olor a madera y ese bamboleo que hacía temer que el vagón se desarmara. Una pasajera recordó sus paseos de chica, arrodillada en el primer asiento del primer vagón, con la ventana de guillotina baja y el viento en la piel. Y todo lo que hasta ayer fue cotidiano, pasó a ser historia»

Y una vez más la desigual pelea entre el negocio rápido y quizás poco lógico; quizás una vez más, porteños, bonaerenses y argentinos debamos decir luego de muchos años, «Otra vez sopa». Es de esperar que no…

 

 

 

 

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