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ORILLEROS PORTEÑOS

El brigadier general Cornelio Saavedra reiteradamente en sus cartas, ponencias en la Junta y con sus “Memorias”, manifestó su pensamiento sobre el papel fundamental que correspondía jugar al pueblo en la vida de la nación.  Mariano Moreno y sus seguidores no lo mencionaron reemplazándolo con palabras como liberalismo y democracia.

Hay algo coincidente y realmente curioso en el quehacer de estos personajes que es útil destacar: la mayoría de los que en 1811 militaban en el saavedrismo, más tarde se alistaron en el bando federal y los que en aquella época siguieron a Moreno y al ideario del “Comité Patriótico”, abrazaron la causa unitaria.

La incorporación de los diputados de las ciudades interiores a la Asamblea General Constituyente, consolidó al partido saavedrista en el gobierno y le dio cierta libertad de acción para continuar aplicando su política.  Los morenistas no se conformaron con el nuevo orden de cosas, dedicándose a conspirar contra Saavedra.

Juan César Chaves, hizo las siguientes afirmaciones: “El saavedrismo se apoyaba en el ejército y en las fuerzas conservadoras; el morenismo, lo hacía en el regimiento América, que mandaba Domingo French, y en la juventud radical aglutinada en la Sociedad Patriótica.  ¡Demagogos, terroristas, ateos! Y una serie de dardos similares arrojaban a sus adversarios los saavedristas.  Estos, a su vez reaccionaban increpándolos: ¡Traidores, Carlotinos!.  Comenzó, entonces a circular en la forma de un rumor primero y después como una acusación, que Saavedra, Funes y sus partidarios proyectaban entregar el Plata a la princesa Carlota Joaquina.  No obstante estar desprovista de toda veracidad, la especie corrió velozmente y hasta llegó a impresionar a muchos”.

LOS ORILLEROS PORTEÑOS“El morenismo llevaba a efecto una abierta acción subversiva.  La Sociedad Patriótica era un foco revolucionario.  Sus adeptos proclamaban “una furiosa” democracia, desorganizada, sin consecuencia, ni forma, sin sistema ni moralidad.  La acción de traición en contra de Saavedra y Funes era pan de todas las horas.  Los opositores tomaron por divisa un lazo de cintas con los colores azul y blanco, la misma insignia distribuida por French y Beruti en los agitados días de Mayo.  Corriendo por calles y plazas, convocaban a sus comilitones para el 23 de Marzo.  En el regimiento de América se distribuyeron cuchillos, contenidos en una barrica, por lo cual, enterado Saavedra, fijó para esa noche el siguiente santo y seña: En América cuchillos por barrica”.

Enrique Ruiz Guiñazú  señaló que hubo tres centros hostiles a Saavedra: el café de Marco, La Sociedad Patriótica y el Regimiento de la Estrella.

José María Rosa afirma: “Unidos los viejos con los jóvenes, amedrentados los provincianos, irresoluto Saavedra, dueño de la situación militar el regimiento la Estrella, podían darse por contados los días de la Junta Grande”.

La concentración en la Plaza de la Victoria

En forma inesperada, el 5 de Abril, cuando la noche cubría con su manto la ciudad, sobrevino en forma sorpresiva el levantamiento popular que fue la réplica de la conspiración morenista.

Columnas de jinetes que fueron desplazándose hacia el centro, crearon un clima de confusión entre el vecindario.  Lo hicieron desde dos direcciones.  Por el Oeste los grupos que provenían de los Mataderos, tomaron por la calle Larga (más tarde Avda. Campana, luego del Trabajo y hoy Eva Perón), en tanto otros menos numerosos lo hacían desde el Norte, abandonando la Tierra del Fuego (Palermo) y las rancherías del Retiro.

Ya entrada la noche las columnas apreciadas en unos 4.000 jinetes comenzaron a llegar al amplio recinto de la Plaza de la Victoria, donde se instalaron silenciosamente como obedeciendo a un plan perfectamente preparado.

Alrededor de medianoche, como consta en el Acta del “Acuerdo del Cabildo del 6 de Abril de 1811”, la mayoría de los integrantes del Cabildo, acudieron al Fuerte, convocados por el presidente Cornelio Saavedra.  Para entonces ya se sabía que el movimiento popular era encabezado por el doctor Joaquín Campana y por el alcalde principal de las Quintas Tomas Grigera – ambos conocidos saavedristas-.

Los cuerpos de Patricios, Arribeños, Pardos y Morenos, Artillería, Húsares y Granaderos, salieron en armas de sus cuarteles, y a tambor batiente se unieron a los revolucionarios.  Mientras tanto, el gobierno, en unión del Cabildo, deliberaba en su Sala de Acuerdos bajo la presidencia de Saavedra.

Alrededor  de las ocho de la mañana del día 6, llegaron al Fuerte los regidores del Cabildo Manuel Aguirre y Juan Francisco Seguí, quienes eran portadores del petitorio presentado por Campana.

Las demandas populares apoyadas por las unidades urbanas, exigían al gobierno adoptar los siguientes recaudos:

1) Expulsión de Buenos Aires de todos los españoles europeos de cualquier clase y condición que no hayan acreditado de un modo público, apoyar al nuevo orden.

2) Separación de los empleados civiles y militares –sin sueldos ni retiros- que no estén identificados con el proceso revolucionario.

3) Cese de los sueldos que hasta entonces se pagaban a personas separadas o retiradas por no haber merecido confianza al gobierno.

4 ) Contribución pecuniaria por parte de quienes se confinen,  hasta que se consolide el tesoro.

5) Se deja sin efecto actos jurídicos realizados en nombre del pueblo que éste no haya autorizado o en el que no haya intervenido.  Separación de los vocales Peña y Vieytes y salida del territorio provincial por estar comprendidos dentro de esta cláusula.

6) Separación de los vocales Azcuénaga y Larrea por haberse mezclado en facciones y salida del territorio provincial.

7) Que en reemplazo de quienes salen de la Junta se incorporen a ella Feliciano Chiclana, Atanasio Gutiérrez y Juan Alagón como vocales y el doctor Joaquín Campana como secretario en reemplazo de Vieytes.

8) Separación de sus puestos de Domingo French, Antonio Luis Beruti, Agustín Donado, Gervasio Posadas y el presbítero Vieytes, por ser autores de la conspiración.

9) Que se devuelva a Saavedra el gobierno de las armas que se le quitó injustamente.

10) Que la Sub-Inspección de las Tropas corra a cargo de Saavedra o de quien él disponga.

11) Que no se elija ningún miembro para integrar el gobierno, sin el voto del pueblo.

12) Que Manuel Belgrano responda a los cargos que se le formulen por su gestión

13) Que Manuel Belgrano sea separado de sus funciones y comparezca de inmediato a la capital para responder.

14) Que ningún vocal sea destinado a ninguna función que no sea la específica de la Junta.

15) Que mantengan el grado de brigadier exclusivamente Cornelio Saavedra y Antonio Balcarce, debiendo recogerse los demás otorgados hasta que el Congreso General resuelva dar otros.

16) Que los jefes de las unidades urbanas den su conformidad a las demandas populares presentadas por el doctor Campana.

17) Que las fórmulas presentadas no podrán cambiarse sin el voto del pueblo, hasta que se publique la Constitución que haga el Congreso General.

18) Juzgamiento a los individuos que cometan crímenes, por el gobierno y por las Leyes en vigor, debiendo adoptarse igual criterio con los que hayan sido hechos anteriormente y que permanezcan impunes.

De vuelta los regidores del Cabildo, con la aceptación por parte de la Junta de los diez y ocho puntos incluidos en el petitorio, el doctor Campana, Tomás Grigera y Martín Rodríguez fueron informados sobre el particular.  Desde el fuerte salieron comisiones a detener a los funcionarios cuestionados, mientras que del Cabildo lo hacía Marcos Balcarce acompañado por Pedro Capdevila y Juan Francisco Seguí hacia el cuartel del Regimiento de La Estrella para que Balcarce se hiciera cargo de la unidad.  Todo se realizó sin inconvenientes.

Cuando las unidades urbanas con sus bandas de música al frente, volvían a sus alojamientos, los “orilleros” iniciaban su regreso a los suburbios de donde habían salido el día anterior, para librar a Saavedra de quienes le impedían gobernar conforme a sus deseos.

Así terminó la revolución de 5 y 6 de Abril de 1811, que constituyó la primera manifestación popular de que se tenga memoria en el Río de la Plata.

Los liberales la denigran y la tildan como un motín de aventureros de la peor calaña.  Algunos historiadores en su afán de menospreciarla, aseguran que no tuvo dueño, porque nadie quiso aceptar la paternidad de tamaño desorden.  No es cierto.  Los dueños de este acto subversivo, fueron los “orilleros” de los suburbios de Buenos Aires, que en un acto sin parangón, restituyeron los derechos que había perdido Saavedra, imponiendo la voluntad popular.

Fuente

Chaves, Juan César. Castelli el Adalid de Mayo.

Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado

Rosa, José María. Historia Argentina.

Ruiz Guiñazú, Enrique. El Presidente Saavedra y el Pueblo Soberano de 1810.

Serrano, Mario Arturo. Cómo fue la Revolución de los Orilleros Porteños.

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