Por osvaldo gerrica echevarría* – especial para arq –
El autor reflexiona sobre las tres obras proyectadas en la ex playa ferroviaria de Palermo y su impacto a futuro. Irregularidades de origen, e incumplimientos. Pronostica el colapso vehicular y de servicios.
La crítica de una obra de arquitectura se debería referir también a sus externalidades, su ubicación, su incidencia sobre el entorno. También pensando en a quién beneficia, a quién perjudica, si cumple con la normativa. En este sentido me referiré a tres obras ubicadas sobre la ex playa ferroviaria de Palermo, dos en marcha y otra proyectada: el shopping a cielo abierto Distrito Arcos; el Polo Científico y Tecnológico (compuesto por los edificios destinados al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, al Consejo Nacional de Investigaciones en Ciencia y Tecnología, y a la Agencia Nacional de Promoción del Desarrollo Científico y Tecnológico); finalmente, al emprendimiento inmobiliario acordado entre el Poder Ejecutivo Nacional y el de la Ciudad.
La de Palermo es una de las doce ex playas ferroviarias distribuidas por la Ciudad de Buenos Aires, un predio de dominio público del Estado Nacional que ocupa alrededor de 16 hectáreas. Corre entre la Avenida Juan B. Justo y la calle Godoy Cruz, desde la Avenida Santa Fe hasta la calle Niceto Vega. El Código de Planeamiento Urbano (CPU) lo designa como Distrito Urbanización Futura, por lo que cualquier desarrollo que se proyecte requiere de una evaluación de impacto ambiental y rezonificación legislativa previa.
Además, el CPU establece que “en el parcelamiento de tierras del Estado Nacional sujetas a privatización o desafectadas del dominio o de un servicio público, se destinará como mínimo el 65% de la superficie total para uso y utilidad pública, transfiriéndose su dominio a la Ciudad. Deberá afectarse especial y preferentemente dicha superficie a la generación de nuevos espacios verdes parquizados”.
Por su parte, el Distrito Arcos ocupa el sector comprendido entre la Avenida Juan B. Justo y las calles Paraguay y Godoy Cruz, casi llegando a la Avenida Santa Fe. Toma 36.000 m2 de terrenos ferroviarios y se construyeron 39.000 m2 cubiertos. El proyecto se originó entre 2002 y 2004 sobre una concesión de la antigua Organización Nacional de Bienes del Estqado. En 2008 obtiene un absurdo Certificado de Aptitud Ambiental expedido por la Agencia de Protección Ambiental del GCBA, que lo categoriza como área sin efecto relevante. No obstante la inexistencia de intervención legislativa, en diciembre de 2011 se inicia la obra con otro proyecto, que recién en septiembre de 2012 se registra ante la Dirección General de Registro de Obras y Catastro.
Finalmente, en febrero de 2013, a más de un año de iniciadas las obras con todas las irregularidades señaladas, es publicada la anómala ley de la Ciudad 4.477–tanto por su texto como por su tratamiento–, que intenta blanquear aquellas fallas graves. Según el CPU, se deberían haber dejado aproximadamente 24.000 m2 “para uso y utilidad pública” y transferido su dominio a la CABA. Pero esta superficie varía según la fuente de información oficial que tomemos. Según el cartel de obra, era de 13.814,42 m2; de acuerdo a los planos registrados en septiembre de 2012, de 17.259,74 m2; y de acuerdo a lo establecido en la ley 4.477, de 23.319,00 m2. Es decir, no existía superficie alguna que cumpliera con el CPU.
En cuanto a la obra del Polo Científico y Tecnológico, esta retoma los edificios de dos bodegas abandonadas hace décadas, los recicla y agrega nuevos volúmenes a lo largo de 200 metros de la calle Godoy Cruz, incluyendo una torre de once pisos y ocupando una superficie de 6.100 m2 de la antigua playa de maniobras (delimitada por la Av. Juan B. Justo y las calles Soler, Godoy Cruz y Paraguay). Ubicada frente al emprendimiento comercial se prevé construir 37.580 m2 cubiertos. Según el CPU, debería dejar 12.200 m2 reservados para el uso público y transferir su dominio a la CABA. La calle Soler se abrió en cumplimiento de parte de esa obligación.
También este emprendimiento es irregular, dado que modifica leyes y enajena tierras nacionales. Muchos dirán: “Ahora habrá “iluminación, seguridad y limpieza”, aunque ningún organismo nacional o de la CABA efectuó una evaluación ambiental resultante de la instalación del equipamiento propio de un ministerio con todos sus complementos, más un centro comercial de gran escala y un importante emprendimiento residencial. Semejante desarollo tendrá lugar en un barrio de casas bajas y con especial incidencia sobre una calle como Godoy Cruz, ya seriamente comprometidas por el tránsito vehicular.
Los dos primeros traerán aparejados una concurrencia de empleados y visitantes calculada en 5.000 personas diarias; el tercero aportará habitantes permanentes y visitantes en una escala no conocida todavía. Será inevitable el colapso, tanto del tránsito vehicular como de la provisión de servicios; la degradación y el caos es el futuro inmediato del tranquilo barrio de Palermo Viejo.
Las superficies construidas dentro de la ex playa ferroviaria, más la proyectada, redondean los 80.000 m2, por lo tanto, la superficie dedicada a “uso y utilidad pública”, debería ser 160.000 m2. Teniendo en cuenta que esa es la superficie total de la ex playa ferroviaria, esa posibilidad no existe. Los porcentajes de ocupación del suelo para construcción (35%) y espacios para “uso y utilidad pública” destinados a la apertura de nuevas calles y a la “generación de nuevos espacios verdes parquizados” dispuestos por el CPU (65%) ya están casi cumplidos con el Centro Comercial (36.000 m2) y el Polo Científico y Tecnológico (6.000 m2): ambas totalizan 42.000 m2 de superficie ocupada. Por lo tanto, sólo faltan 14.000 m2 para cubrir los 56.000 m2 que completarían el 35 % permitido. Después de la apertura de la calle Costa Rica, el resto debería ser espacio verde público.
En octubre de 2013, las obras del Distrito Arcos fueron paralizadas a raíz de una acción de amparo presentada por vecinos, legisladores y ex legisladores patrocinados por el abogado ambientalista Jonatan Baldiviezo, que objetaron su legalidad. Después de más de un mes de paralizada la obra, la Cámara de Apelaciones ratificó la decisión del juez Ammirato en cuanto a suspender su inauguración y, además, ordenó continuar con la interrupción. Al la fecha, Distrito Arcos permanece cerrado.
* Presidente de la Asociación Amigos del Lago de Palermo
Nota de la Redacción: Agradecemos el envío de la presente al Diputado porteño (MC) Facundo Di Fillipo