Por supuesto que no se puede juzgar a todos por igual; que existen médicos como el Dr. Esteban Maradona, René Favaloro y el gran sanitarista argentino, el Dr. Ramón Carrillo, quien entre otras cosas dejó los cómodos sillones del Minusterio de Salud para cumplir con su juramento hipocrático en el nor y el noreste de nuestra Patria, esta afirmación no se condice con algunas prácticas médicas y en particular con aquellos que endiosan la tarea médica ya sea por negocio o por sentirse dioses en el arte de la atención, creyéndosela o tal vez atados a la religiosidad de la ciencia médica.
Este suelto periodístico tiene que ver con todo esto que precede a lo que a continuación detallaremos pero que además pone el acento en los derechos del paciente para decidir sobre si mismo.
La palabra iatrogenia deriva del griego: iatos: médico y genia: origen. Según el diccionario de la Real Academia de la lengua española Dícese de toda alteración del estado del paciente producida por el médico. Hipócrates nos recuerda que al optar por un tratamiento nuestra primera consideración es la de evitar el daño: «Priman non nocere» (…) sigue informando el portal Wikipedia “Falta de escrúpulos. Si el colega se cree capaz de realizar procedimientos sin tener la menor preparación para ello, sólo por el afán de conseguir dinero o por mezquinos intereses económicos, está perdido, moralmente hablando.
Nuestra profesión es de virtuosos, decía el profesor Carlos Ottolenghi y no permite preconceptos como los económicos en el manejo de nuestros pacientes. Los enfermos no pueden ni deben ser fuentes de enriquecimiento para el médico.
A través del proceso de elección informada al paciente se le debe permitir que ejercite su libre albedrío (Constitución del 91) y decida si desea o no tratarse. El médico debe suministrarle toda la información pertinente sin sesgos, sin insinuaciones y de manera no tendenciosa.
El médico debe obtener un consentimiento informado en el que el paciente acepte el tratamiento selectivo, individualizado, con objetivos específicos, reconozca los alcances y limitaciones del mismo y las posibles alternativas”
Acaso por ignorancia de algunos médicos que se sienten dioses de la salud o caen en la estupidez (algunos no sólo son estúpidos sino que se enorgullecen en serlo) y por qué no decirlo, por las grandes corporaciones de la salud que convierten a ésta en una mercancía más que en un servicio al prójimo, han guardado por siglos esta palabra “iatrogenia” para ocultar los errores en algún caso motivado por la propia inexperiencia o de los supuestos de la ciencia médica (que atiende síntomas pero desatiende la enfermedad y aquello que la causa).
Los derechos del paciente a decir tratarse y como es un derecho consagrado por la misma Constitución nacional y por más que el imbécil vestido con guardapolvo blanco crea que esto lo habilita a decidir sobre la vida de los demás, últimamente va cambiando un tanto por los juicios que devienen de la mala praxis.
Hay casos en la historia médica de pacientes que han permanecido más de dos décadas con respiradores artificiales, mantenido con vida con prácticas hasta sádicas y crueles cuando ya la diosa medicina se ha declarado incompetente.
Es tiempo de dejar la sotana médica, de terminar con la religiosidad, con sentirse dioses y respetar los derechos del paciente a decidir qué se será de él.
18 años tirado en una cama, hemipléjico, alimentado con sondas, ano contra natura, quizás tenga más que ver con los campos de concentración que con el humanismo o el juramento hipocrático.
El Dr. Esteban Maradona allí en Formosa, en la selva, se valía de la saliva de perros para curar infecciones…
Esto hay que decirlo por más que a algunos estúpidos les moleste o no sea negociopara las grandes corporaciones de la salud.