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Hace alguna década Cristina Lezcano (ahora Presidenta de la Cooperativa de Recuperadores Urbanos El Ceibo) tenía un empleo formal con todo lo que éste supone: vacaciones, jornada laboral, sueldo, etc.
Pero por esas circunstancias de la vida por las que cualquiera de nosotros puede pasar, de un día para otro quedó en la calle y lo que espeor con niños pequeños por quienes debía velar.
De este modo, juntando fuerzas, por qué no, decidió un día que la calle debía ser su nueva oficina y pese a ser una convencida que todo trabajo es digno, los primeros días hasta parecían demasiadas severas las miradas de otros vecinos ante el aso de esta mujer tirando de un carro y juntando lo que otros desechaban.
Al cabo de un tiempo, aquello que le había sucedido a Cristina empezó a volverse recurrente y así empezaron a verse a muchos hombres y mujeres que con esfuerzo y dedicación llevaban el pan a la mesa familiar pero además, ganándoselo con el sudor de la frente como manda el texto bíblico.
Cada vez más se hizo necesario de estos trabajadores del sudor y del transitar nuestras calles; cada vez más se volvió necesario este trabajo porque, de no hacérselo, colapsaría la misma ciudad.
Prontamente surgiría una nueva actividad que, para algunos, era cartonear pero para otros, en su justa proporción, significaba recuperación urbana y por eso se los empezó a llamar «Recuperadores Urbanos»
Poco a poco, se volvieron necesarios como auxiliares imprescindibles de lo que se dio en llamar las 3 R que no son otras que aquellas conformadas como reciclado, reutilizados y recuperación de los residuos urbanos y que en nuestra sección video gracias a una gentileza del Ministerio de Espacio Público porteño podemos explayarnos.
Una segunda etapa la fue dando la conformación de cooperativas de Recuperadores Urbanos quienes se encargaron -y se encargan- de separar los materiales para reiclarlos e incluso, fueron logrando reconocimiento con el tiempo pero también con esfuerzo de muchas Cristinas y Cristinos Lezcanos que con inteligencia, con dedicación y esfuerzo han sabido ganarse un lugar en una sociedad que al principio los negó hasta comenzar a entender su necesidad.
Asi que ya sabe estimado lector si alguna vez el portero recibe la visita de las cooperativas que se han formado para ofrecerle que junte aquello que otros vecinos desperdícian, atiéndalos. Ellos les propocionaran incluso las bolsas para separarlos.
