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UNA COSTUMBRE QUE NOS LLEGA DE LEJOS…

El 4 de septiembre de cada año se conmemora el Día del Inmigrante. Como decimos siempre en esta fecha debemos recordar a  nuestros familiares que llegaron con una mano atrás y otra adelante en procura de no ser estigmatizados en su propia tierra.

Salvo la de origen africano que aportaron su existencia para volverse fundamentales en la creación de la cultura de América y de USA que venían en las barcazas de los traficantes de carne humana para ser vendidos como esclavos –en reemplazo de los nativos desacostumbrados a la esclavitud en las minas o en las plantaciones, saludable es afirmarlo para no esconder la realidad- las otras corrientes inmigratorias también llegaban corridos por la persecución, las desigualdades sociales, el hambre y cuando no, las guerras.

Sin embargo, no queremos referirnos a este aspecto que ya lo hemos hecho en varias de nuestra columnas a través de nuestras notas de opinión.

En lugar de expresar esto pretendemos dejar claro que se mantienen algunas costumbres que nos llegan de siglos anteriores cuales son la falta de integración con otras colectividades y la discriminación del otro: esto sucedía porque llegaban desde distintos lugares y cada cual con su propio idioma y cuando no con sus propios dialectos.

¡Pero tenían algo en común: primero el infame Hotel de inmigrantes. Luego los conventillos no menos infame que el hotel!

Así las cosas, la discriminación era moneda corriente en ese Buenos Aires violento donde el otro era el responsable de lo que sucedía.

La estigmatización de la pobreza iba en aumento; a partir de allí era que quienes tenían menos que nada era sencillamente porque eran vagos y malentretenidos.

La huelga de las escobas producto de la suba de alquileres de las piezas de los conventillos motivó que las amas de casa corrieran a escobazo limpio a encargados y fuerzas del orden –como si el orden fuera tan sólo cuidar  los intereses del dueño del tugurio.

Buenos Aires fue violento desde sus albores tanto sea como virreinato como república y hoy esa discriminación viene saltando en forma continuada dando crédito a que un siglo es la continuación de las contradicciones del anterior.

Es lo que vivivmos hoy.

¿Se pusieron a pensar que la pared  que nos cobija fue levantada por un chileno, boliviano, paraguayo, peruano o de otra nacionalidad?

¿Están anoticiados que los chinos trajeron el alimento sin caer en demasía en carnes, pastas, tucos y estofados?

Precisamente en el país bañado por aguas oceánicas el pescado no es el alimento preferido como lo es en España.

Senegaleses, judíos, árabes y cualquier otra colectividad recibe su apodo y su debida discriminación. Españoles, italianos y cualquier otra nacionalidad recibe su estigmatización siendo la causa de los males de todos.

Alguna vez esto deberá cambiar por el bien de todos aquellos que llegan al suelo argentino  en busca de escapar de la pobreza.

Alguna vez deberemos comprender que la pobreza es algo que nos involucra a todos y que nos remonta quiérase o no, de aquellos tratos que hicieron que escapasen de sus países de origen.

Así las cosas, sin más ni más, vivieron nuestros abuelos y bisabuelos corridos por las desigualdades en su propia tierra

Publicado en nuestro portal 5.09.2018

 

 

 

 

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