El 3 de julio de 1827 una ley del congreso devuelve a Buenos Aires el carácter de provincia, y el presidente provisional, Vicente López y Planes, autor del Himno nacional, convoca a elecciones. El 22 de julio la junta de representantes resultó integrada por adictos al partido federal, y estos eligen como gobernador, el 11 de agosto, al coronel Manuel Dorrego, guerrero de la Independencia, vencedor en Tucumán y Salta, orador del Congreso nacional, periodista, ex gobernador de 1820 y hombre de arrastre popular.
En el ínterin, el 14 de julio de 1827, Vicente López nombró “Comandante General de las milicias existentes en la campaña de la provincia de Buenos Aires, al coronel de caballería Juan Manuel de Rosas, comandante que fue del 5º regimiento”.
En este puesto había servido en la lucha de frontera contra el indio, demostrando singular eficacia, y lo había hecho bajo todos los gobiernos y, especialmente, durante el de Rivadavia.
De esta manera Rosas dispone de casi toda la fuerza militar de la provincia
Al caer Rivadavia y triunfar los federales, Rosas resurge a la vida pública, siendo su principal preocupación el problema del indio. “El advenimiento de los federales al poder significa el triunfo de la democracia y el comienzo, o el anuncio, de una revolución social. Desde 1810 han gobernado los hombres de la clase elevada: el patriciado porteño. Los anhelos íntimos del pueblo no coinciden con las aspiraciones de los abogados y aristócratas que lo gobiernan. El pueblo de Buenos Aires, el pueblo auténtico, la multitud, no ha figurado hasta ahora en nuestra historia. Las masas aparecen con el gobierno federal de Dorrego. En Buenos Aires él es el alma del federalismo”. (1)
La levita y el frac eran los símbolos de las clases pudientes e ilustradas. Era la vestimenta de la oligarquía liberal, unitaria o federalista, frente a la democracia social, el bajo pueblo, que vestía chaqueta, calzoncillo de fleco, chiripá y poncho.
Al día siguiente de asumir su cargo, Dorrego encarga a Rosas la celebración y conservación de la paz con los indios y la preparación de un plan destinado a extender las fronteras del sur y establecer un centro de población y puerto en la “bahía blanca”. La sala de representantes confirma esta moción por ley del 14 de noviembre de 1827. Rosas, siendo jefe y protector de los soldados campesinos, organiza sus milicias sobre una base sólida de disciplina, y procura nuevamente atraerse a los indios alzados, dedicándose con toda paciencia a este menester, a pesar de todos los sinsabores que le causa, pues “ello es conducente a los progresos de mi comisión, y estoy dispuesto a servir sobre todo a la prosperidad de la provincia y a corresponder al gobierno dignamente empeñado en la pacificación”. (2)
Poco a poco va conquistando la pampa. Alrededor de los fortines se construirán centros de trabajo. Traza la nueva línea de frontera mucho más avanzada que la anterior de principios de 1826, y establece los fuertes, que luego fueron las ciudades de 25 de Mayo, Junín y Bahía Blanca.
Esta línea de 1828 partía desde Bahía Blanca por las sierras de Tapalqué; y, pasando por 25 de Mayo y la laguna “El Potroso” (Junín), llegaba al fortín de Melincué, en el sur de la provincia de Santa Fe. Siendo recta, requería menor defensa. Allí ubicó los fuertes de Federación, 25 de Mayo, Laguna Blanca y Bahía Blanca que, bajo la protección militar, iniciaron la colonización de esa avanzada civilizadora en el desierto. El diplomático inglés Woodbine Parish, primer cónsul británico radicado en el país en 1824, atestigua que: “muchos centenares de indios con sus mujeres y familias estaban morando en los establecimientos rurales que se hallaban bajo la inmediata dirección de Rosas, en donde se les empleaba en distintas ocupaciones agrícolas, pastoriles e industriales, dando esperanzas de que serían arrancados de sus hábitos de vagabundaje y de depredación, haciéndoseles miembros útiles para la sociedad. (3)
Acota Rosas al respecto que: “Más de tres mil indios de todas las edades están viviendo en los campos de mi administración particular”.
El 10 de setiembre de 1827 escribía al gobierno: “Hay muchas familias pobres que, conducidas sin violencia, poblarían con ventajas propias y comunes la nueva línea bajo la protección de la fuerza (de mi mando)”.
De todo este plan de colonización hace propaganda en las parroquias de la ciudad y en las poblaciones rurales, invitando a las familias que “gusten marchar a las nuevas guardias”; las que serían conducidas allí, y habilitadas con tierras, animales y útiles de labranza”.
Los prisioneros de guerra portugueses que el gobierno, el 27 de agosto, dispuso fueran enviados a Rosas para que los organizara en el servicio de frontera, fueron destinados a los trabajos más rudos de los fortines; y Rosas continúa sin descanso su febril y minuciosa labor de planificación total de la avanzada civilizadora.
El ministro de guerra, Juan Ramón Balcarce, le comunica el 30 de noviembre de 1827 que, por enfermedad del coronel Federico Rauch, ha nombrado al teniente coronel Bernardino Escribano para que, de acuerdo y bajo su dirección, proceda a establecer el fuerte en “El Potroso”, que se llamaría “Federación”. Rosas, entonces, el 2 de diciembre despacha el primer convoy de veinticuatro carretas para “El Potroso” con instrucciones minuciosas para el reconocimiento del terreno donde se emplazaría el fuerte. Para tal comisión designó al comandante Mariano Acha. El 6 de diciembre comienzan los trabajos sobre la lomada junto al arroyo. Luego envía a Escribano, quien le comunica que ha llegado al lugar el 3 de enero de 1828 y allí se ha instalado el contingente de la nueva guardia. Simultáneamente Rosas dirige la fundación de la otra fortaleza que denominó “Veinticinco de Mayo”. La comisión llega el 14 de enero al paraje “La Cruz de Guerra” al mando del sargento mayor Julián Perdriel. El 22 de enero de 1828 Rosas comunica oficialmente al gobierno de Dorrego la obra realizada: “La provincia, su riqueza, la protección de las propiedades de campaña, la seguridad de sus individuos, el crédito de la provincia misma, son los resortes que mueven esta gran empresa. Esta obra es de orden preferente a toda otra. Ayer el comisionado llenó su deber con respecto al Fuerte de la Federación y hoy lo hace sobre el Fuerte Veinticinco de Mayo”. (4)
Pero lo que más preocupaba a Rosas era la fundación de Bahía Blanca, que sería protegida por el acantonamiento militar que instaló en la Laguna Blanca. El, en persona, pensó encabezar la expedición. Así lo comunicó a Vicente González, que alistó en Los Cerrillos centenares de milicianos y paisanos que acudían de Monte, Chascomús, Cañuelas, Ranchos, Lobos, San Vicente y Quilmes. Dorrego receló de tanta influencia militar que iba adquiriendo el comandante de la campaña y, debido a las difíciles circunstancias políticas por las que atravesaba la ciudad, no permitió tal concentración de voluntarios. Además, el gobierno, sin consultarlo, nombraba jefes subalternos con quienes Rosas no simpatizaba. Rosas, refiriéndose a tal reclutamiento, le escribe a González: “El gobierno no lo permite y yo temo que si llega a entender, que esos hombres existen reunidos, se pueda dar una mala interpretación a este paso, porque las circunstancias tienen mucho de vidrioso”. (5)
Por eso desistió de encabezar tal expedición; sin embargo, puso todo su empeño en prepararla hasta en los menores detalles concernientes a la fundación. Al ingeniero agrimensor, Narciso Parchappe, le ordena el 16 de enero de 1828: “En cuanto acabe de trazar el fuerte y la planta del pueblo de 25 de Mayo, marcha a la Bahía Blanca”.
El 18, instruye al coronel Juan Ramón Estomba, nombrado jefe de la expedición: “de todo lo que tiene preparado para esta empresa. Desde la boca del Salado se han transportado hasta Bahía Blanca los elementos necesarios para la obra”. El 27 le remite “el plano y el dibujo de la planta del fuerte” y le facilita los medios “para conseguir más de mil vacunos para la expedición”. Finalmente, el 17 de febrero, le dirige las últimas instrucciones “a que ha de sujetarse para la formación del establecimiento a que marcha la expedición de que es jefe”. (6)
Son tan minuciosas las instrucciones que Estomba recibe, que el comisionado resulta ser un mero ejecutor, casi mecánico, de las órdenes de Rosas, que es el verdadero y único fundador.
La fortaleza se llamó “Protectora Argentina” sobre el arroyo Napostá. El ingeniero Parchappe eligió el lugar el 9 de abril de 1828, e inició inmediatamente la obra de construcción que, según dijo Rosas, debía ser de inmortal memoria. Obra que Rosas preparó y dirigió y que, según profetizó Dionisio Schoo Lastra en su libro “El Indio del Desierto”, “está llamada a ser algún día uno de los establecimientos de más importancia para la provincia de Buenos Aires”. (7)
Referencias
(1) Vida de Don Juan Manuel de Rosas – Manuel Gálvez.
(2) Historia de la Confederación Argentina – Adolfo Saldías – Tomo I.
(3) Buenos Aires y las Provincias Unidas del Río de la Plata – Woodbine Parish.
(4) Documentos del archivo de la familia Ibarguren.
(5) Ibídem.
(6) Ibídem – Legajo: Fundación de Bahía Blanca.
(7) Archivo General de la Nación – Original de Dionisio Schoo Lastra.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado.
Röttjer, Aníbal Atilio – Rosas, prócer argentino – Ed. Theoria – Buenos Aires (1972).
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