Hoy, 30 de septiembre, se cumplen cuatro años de la partida del grandioso Quino, padre de Mafalda, y justo ayer, la pequeña celebró sus 60 años desde su primera publicación en la revista Primera Plana en 1964. El tiempo ha pasado, pero el eco de las reflexiones de Quino sigue vigente, algo que, aunque en muchos casos, pueda parecer doloroso, es también una invitación a seguir pensando nuestra coyuntura y nuestro país.
Mafalda, con su mirada aguda y su sensible capacidad para captar las injusticias, la política, y los dilemas del ser humano, marcó un antes y un después en la historieta argentina, convirtiéndose en un personaje global que habló y sigue hablando a generaciones enteras. Desde sus orígenes en la década del 60 hasta hoy, sus comentarios sobre la sociedad resuenan con una vigencia que es a la vez incómoda y profundamente reflexiva.
Mafalda nos obliga a detenernos y pensarnos como país y como sociedad, reflexionando desde lo más profundo. Y que hoy, su legado siga vivo, no es más que una razón para seguir leyéndola y admirando la agudeza y claridad con la que Quino nos mostró, a través de los ojos de esta nena inquieta, las verdades más simples y esenciales de nuestra humanidad.
Así, con su humor nos brindó una perspectiva clara, simple y profunda de las problemáticas sociales y políticas. Su obra sigue siendo un espejo de lo que somos y, al mismo tiempo, una invitación a imaginar lo que podemos ser.
Podés visitar a Mafalda en San Telmo, en la esquina de Defensa y Chile, sentada en un banco, se encuentra la pequeña, esperando para sacarse una foto con quienes aún la leen y la recuerdan con cariño.