El 26 de noviembre, Adolfo Pérez Esquivel, una de las figuras más emblemáticas en la defensa de los derechos humanos, celebró su 93° cumpleaños. Este arquitecto, artista y activista argentino ha dedicado su vida a promover la justicia social y la no violencia en América Latina, convirtiéndose en un símbolo de resistencia frente a la opresión.
Nacido en Buenos Aires en 1931, Pérez Esquivel comenzó su carrera como profesor de arte, pero fue su compromiso con las causas sociales lo que marcó su destino. En los años 70, durante las dictaduras militares que asolaron el Cono Sur, se destacó por su trabajo como secretario general del Servicio Paz y Justicia (SERPAJ), una organización que aboga por los derechos humanos a través de medios pacíficos.
En 1980, su labor incansable fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz, un galardón que subrayó su valentía en tiempos de represión. Su mensaje fue claro: la lucha por la justicia debe ser una lucha sin violencia. Este reconocimiento internacional no solo celebró su trabajo, sino que también visibilizó las violaciones a los derechos humanos en Argentina y en toda la región.
A lo largo de las décadas, Pérez Esquivel ha participado en numerosas iniciativas globales, desde la defensa de los pueblos originarios hasta la lucha contra el imperialismo y la pobreza. Además, su faceta como artista lo ha llevado a plasmar su visión de un mundo más justo en esculturas y escritos que combinan espiritualidad y compromiso social.
Hoy, a los 93 años, sigue siendo un faro de inspiración. Su figura recuerda que la lucha por un mundo más equitativo es una tarea colectiva y constante, donde la no violencia es tanto un medio como un fin.
En este nuevo aniversario, celebramos no solo los años vividos, sino el impacto transformador de su legado. Adolfo Pérez Esquivel es prueba de que la persistencia y el compromiso pueden cambiar el curso de la historia. Sigamos trabajando juntos y creyendo en un futuro más humano, más justo y más solidario.
Foto: SERPAJ