Creador de La Orden del Tornillo…
Alguien puede dudar de la falta que hace Don Benito Quinquella Martín en estos días… más aún se hace imperioso recrear aquella Orden del Tornillo, que desde el 18 abril de 1948 fuera creada. Visitado por sus pares, llega a su estudio uno de ellos, con un objeto: un tornillo al que ha patinado. Era Lucio Rodríguez, maestro de pátinas, «el poeta de las pátinas»; esta vez llega con el objeto y una frase: «Tome maestro, por si le hace falta.»
Es la materialización de su pensamiento. Así llega La Orden del Tornillo que le Falta, «Para la gente esclava de las preocupaciones materiales, los hombres de espíritu viven en estado de locura» era la declaración de un genio convencido y sus adláteres.
El primer consagrado en la cofradía, un poeta, Don Fermín Estrella Gutiérrez.
Desde ese día se sucedieron hasta 1976, las más heterodoxas personalidades del arte, disciplinas científicas y sociales. Era una expresión de reconocimiento, en las palabras del maestro, a los «cultores de la Verdad, el Bien, y la Belleza, con la Esperanza puesta en el espíritu del hombre y su fuerza creadora».
Las memorables tertulias de entrega y su ceremonia incluían a Don Benito en su condición de «Almirante» con brillantes botones de tornillos en un traje con tricornio incluído.
Los agasajados asistían con el compromiso de no volverse nunca cuerdos, ni jamás perder la «locura luminosa» que los hacía indispensables para el bien común.
La pasta multicolor que hacía el mismo Quinquella dejaba fascinados a cuánto invitado se llegaba a su casa taller, de La Boca. La mítica pasta multicolor era servida en una gran fuente de cerámica, donde el pan, sencillo, único, se dejaba sobre la larga mesa, de impoluto mantel de papel blanco, para ser tomado por los comensales.
Hasta ahora, se cuentan 309 los caballeros y damas que lo recibieron. Existen nombres de personas no conocidas por el público, anónimos para nosotros. No para Don Benito, que reconocía las virtudes de sus gentes, sencillos, con virtudes y dones que él reconocía en su barrio amado.
Los objetos que guarda su museo relacionados con la ceremonia son muchos, y los nombres grabados en una gran pared da cuenta de aquellos que recibieron La Orden del Tornillo… de aquí, de allá y de todas partes, de provincias como San Juan, y el reconocimiento a Don Santiago Paredes, el pintor autodidacta que expuso en todo el mundo, y el ojo de Quinquella reconociera antes que nadie.
LOCO NO ES QUIEN QUIERE, SINO QUIEN PUEDE
BENITO QUINQUELA MARTIN
Los artistas que Quinquella y su Cofradía homenajearon con La Orden del Tornillo… Conrado Nalé Roxlo, Ezequiel Martínez Estrada, Tita Merello, Charles Chaplin, Raúl Matera, Nicolás García Uriburu, Antonio Bucich, Alberto Ginastera, Vito Duma, (el Navegante Solitario), Pedro Coscio y Benjamín Cohen entre muchos.
Orden del Tornillo:
«Es inútil pedirlo, ni
hacer méritos. No
es loco quien
quiere, sino quien
puede. Benito Quinquella Martín
Aquellos comienzos…
Comenzó en la Agrupación de Artes y Letras La Peña, que funcionó como sede en el Café Tortoni. Las conferencias, conciertos y exposiciones, en esa peña se abordaban temas como la condición del hombre, sus posibilidades. O el arte, la política. Los artistas e integrantes de la misma eran jóvenes artistas: Thibón de Libián, Xul Solar, Pablo Curatella Manes, Alfredo Bigatti, Agustín Riganelli, Juan de Dios Filiberto, Alfonsina Storni, Francisco Luis Bernárdez, entre otras figuras de la cultura.
Cuando cerró La Peña, Quinquella comenzó a recibir a sus amigos en su atelier, (tercer piso del Museo de Bellas Artes de La Boca).
«Para la gente común, preocupada por las cosas materiales, estos hombres y mujeres viven en estado de locura. Ellos saben de esta opinión y la aceptan con humor. Son «los locos» que se evaden de los cuerdos, de los egoístas, de los calculadores. Para contrarrestar la vanidad de los cuerdos, estos locos decidieron tener honores, por lo que Quinquella creó «La Orden del Tornillo, como marco y con ironía le da coherencia a la locura. Bajo el manto de un fino humorismo, se ocultaba una seria intención: Todos los miembros de La Orden debían ser Cultores de La Verdad, El Bien y La Belleza, (como en la Antigua Grecia).
La incorporación de nuevos miembros se convirtió en fiesta.
Los nuevos incorporados a la Cofradía recibían la advertencia de: «Este Tornillo no los volverá cuerdos, muy por el contrario, los preservará contra la pérdida de esa locura luminosa de la que se sienten orgullosos».