Hoy vamos a tomar mate a la Plaza Mafalda, tal vez un refresco o a pasar un tiempo en el polideportivo Colegiales, una de las tantas Instituciones barriales que fueron creadas por los puesteros del ex Mercado Dorrego, club que se dio en llamar Fénix, terreno amplio que fuera concesionado allá por los años 50 con la finalidad que los niños de la zona tuvieran un lugar para hacer deportes.
Seguramente nos asombran los edificios construidos para el personal de la Fuerza Aérea y Policía Federal, el Puente Dr Pedro Bustos o tal vez alguien que camine por la Calle Enrique Martinez desde Santos Dumont hasta Dorrego piense que esto siempre fue así.
Tanto el Puente Dr. Pedro Bustos como la calle Enrique Martínez fueron producto de largas discusiones entre vecinos y logradas por el incansable reclamo que por fin lograron que fuera una realidad y que nos hace acordar a las polémicas que despierta hoy el túnel de la Estación Colegiales.
Anteriormente y no hace tanto tiempo en toda esa zona existía la villa de Colegiales y que según las palabras del Arquitecto Jorge Boullosa historiador del barrio y heredero de la magnífica obra del Profesor Diego del Pino, muchos vecinos de estas viviendas precarias ayudaban en quehaceres domésticos a otros o trabajan en albañilería o en en otros quehaceres. Todo ese sector fue de un gran movimiento vecinal y como en todos lados, hubo hechos agradables y otros no tanto. Incluso cuando fue erradicado el mercado Dorrego nació el mercado de Pulgas y que finalmente el ex Jefe de Gobierno Jorge Telerman decidió clausurarlo habida cuenta de los peligros edilicios que existían y por un tiempo se pretendió que funcionara allí un comedor comunitario de la Agrupación de Jubilados y Desocupados. Finalmente tras la mudanza de quienes acordaron con el actual gobierno porteño quedó el predio libre siendo reacondicionado en las condiciones actuales.
Dijimos más arriba que antes de estos hechos en el sector se encontraban viviendas precarias. Sus ocupantes trabajaban en la Algodonera en donde hoy funciona un hipermercado, en los silos de Dorrego e incluso en las Bodegas Giol en el vecino barrio de Palermo. La Algodonera alrededor de los años sesenta provocó la zozobra del barrio por un incendio de proporciones que finalmente pudo controlarse no sin esfuerzo.
Nuestra amiga Mónica Rubio , editora de la página Barriada nos ofrece algunos datos imperdibles referidos a los asentamientos y que vienen a cuento de aquello que estamos hablando ahora:
«Hace muchos años atrás, llegué por cuestiones de trabajo a Conde y Federico Lacroze, fue en ese entonces cuando muy enojada juré no pisar más ese lugar, así de enojada estaba. Todo ocurrió cuando tuve que hacer un trámite. Debía llevar unos papeles a Ciudad de la Paz y Jorge Newbery , fui en un taxi, pero al salir el taxista no me había esperado. Fue cuando decidí volver caminando a Conde y Federico Lacroze, es más, no comprendía porqué tuve que ir en taxi si solo eran unas cuadras, no se cómo pero en un instante estaba en un mundo totalmente distinto, había pasado por debajo de un puente que desemboca en la calle Dorrego, buscando una salida a Conde. En realidad había traspasado una barrera y me encontraba en el centro de una gran Villa Miseria, recuerdo las casillas, con puertas que eran cortinas de una tela gastada por el uso, y lavadas por las lluvias, la famosa Villa de Colegiales se extendía desde las vías del ferrocarril hasta la calle Delgado, toda la zona del mercado Dorrego» agregando a continuación, «(…)Me avergonzaba mirar, y apresuré el paso porque comenzaron a seguirme unos cuantos perros, era muy joven pero no tímida, sentí ganas de hablar con las personas que habitaban ese micro universo, de preguntarles ¿Cómo habían llegado ahí?, de averiguar quienes eran, y así como entré sin darme cuenta, salí, estaba parada en Freire y Lacroze, muchos años después oí hablar de esa Villa, hoy encontré el lugar por donde entré a la Villa, está cambiado, no hay ni barrera imaginaria ni nada, hace años que comenzó a producirse el cambio con la construcción de una Universidad, hasta transformar los silos de una harinera en un gran mercado inmobiliario como lo es Puerto Madero, el viejo mercado Dorrego en una gran Centro Cultural, pero nadie registró qué fue de esa Villa, donde vivían los seres humanos que una vez fundaron ese territorio, mundo pobre, como tampoco sabemos, salvo por lo viejos sainetes, sobre la vida en el conventillo»
«En el barrio de Colegiales, el ferrocarril tuvo una presencia destacada, aunque no tanto por su estación de pasajeros, sino más bien por las inmensas playas de maniobra que se construyeron dentro del barrio. La más destacada es la playa de cargas de la propia estación Colegiales, actualmente operada por la empresa Nuevo Central Argentino, que abarca aproximadamente unas 9 manzanas. Sin embargo, al sur de la Avenida Federico Lacroze se levantaba otra playa de maniobras, en un sector delimitado por las calles Matienzo, Alvarez Thomas, Dorrego y la vía principal del Ferrocarril Mitre (…) La presencia del ferrocarril atrajo a numerosas empresas, que se alzaron alrededor de ésta playa de maniobras: En 1921 la Sociedad Minetti y Cia. Ltda., Industrial y Comercial inició la construcción de su molino harinero «Buenos Aires» sobre la calle Dorrego y en 1928 amplió sus instalaciones con nuevos silos. Otra empresa destacada de la zona fue la Manufactura Algodonera Argentina, cuyo edificio («La Algodonera») ocupaba una manzana entera: allí se elaboraban productos textiles con fardos de algodón traídos por medio del ferrocarril desde el norte del país. Los trenes algodoneros ingresaban en esta playa de maniobras y depositaban su mercadería en dos grandes galpones que estaban sobre la calle Alvarez Thomas. La aparición de estas industrias generó una sinergia que desembocó en la aparición de nuevos emprendimientos: Enfrente al molino Minetti, sobre Dorrego, surgió la fábrica de fideos Letizia, mientras que cerca cerca a la Avenida Juan B. Justo surgía una docena de fraccionadoras de vino, principal producto traído por el Ferrocarril San Martín»
En suma, los barrios de Chacarita, Colegiales, Belgrano y Palermo pasaron por distintas etapas o identidades barriales, todas válidas y consecuentes a otro Buenos Aires, no mejor ni peor. Sí, distinto. Un Buenos Aires que también fue producto del reclamo de otros vecinos preocupados por la mejoría urbana y que aún merecen su debido reconocimiento.
Clubes sociales como el Villa Malcom, el Sporting Social Club, el social y deportivo Colegiales, Juventud de Belgrano fueron hechos a pulmón por los mismos vecinos tanto como el afamado Chacarita Juniors y el no menos Argentinos Juniors en el barrio de la Paternal, todas realizaciones cuyo protagonista fue el vecino mismo y célebres en el recuerdo de nuestros mayores cuando Buenos Aires era más nuestra. Los clubes eran centros de reunión y práctica de deportes como el básquet. Allí se conocieron jovenes con sueños y anhelos, jovenes idealistas que dieron lo único e irrepetible que es la vida por un mañana mejor y a quienes, les rendimos nuestro más sincero y emocionado homenaje.