Consumada la equivocación de la Legislatura porteña que desoyeron los reclamos vecinales en cuanto a la necesidad de no separar los barrios de Chacarita con Colegiales, el primero de los nombrados cayó en la comuna 15 y nuestro querido barrio de Colegiales cayó en la comuna 13, hecho sin argumentación sólida privilegiando la densidad demográfica por encima de otros valores como los hechos históricos o la identidad socio-cultural común.
Así las cosas las comunas -y luego los comuneros (algunos electos son un engendro de muy difícil comprensión porque ocupan el lugar que sólo mediante las peores mañas de la partidocracia demoliberal y conservadora pueden explicar (por qué ocupan ese lugar), hizo posible que se desprestigiara el concepto de comunas (porque si a los comuneros los elegirán los dirigentes y no los vecinos, lamentablemente, son más de lo mismo o lo mismo de siempre)
Así las cosas, subalternizando el mismo concepto de descentralización administrativa dela Ciudad, este tremendo error se asocia a un proceso que presenta una suerte de reformulación urbana que nos lleva a algunas reflexiones: allá por aquella Chacarita de los Colegiales de antaño de alrededor de 80 o 90 años rica en quintales, frutas y hortalizas, aquellos vecinos como hoy nosotros que caminamos el barrio desde hace 30 años por lo menos, observaban el asfalto de las calles, se abrían otras, se construían viviendas, etc y por seguro que alguno llevado por la nostalgia se dejaba llevar por el ayer no tan lejano. Sin embargo, el barrio creció, se urbanizó y se modernizó: esta bien que esto sea así porque lo contrario, exagerando, sería el barrio cavernícola.
Nosotros los que pisamos los sesenta años obviamente no conocimos esa primera etapa; conocimos el otro barrio, el que en algún sentido la centralidad urbana estaba dada enla Estación Colegialesy en el ex mercado de Concentración Dorrego o en los cines de barrio como el Argos y el bar homónimo. Pero los tiempos cambian y esta bien que así sea.
Aquellos vecinos en términos generales vieron con buenos ojos aquella primera urbanización: ¿nosotros que, insistimos, estamos ante la llegada de una nueva etapa no estaremos a contramano del futuro si nos dejamos llevar por la nostalgia del barrio que se retira aceleradamente para abrir paso a empresas importantes y nuevos vecinos?
Obviamente que nos parece una barbaridad que se haya construido un edificio reemplazando a aquel jardín de Don Enrique Banchs: éste era un patrimonio cultural; por seguro que nos parece un despropósito que se haya tirado abajo la vivienda de Huguito del Carril, el eximio cantante, o se haya tirado abajo la casa que habitara Alfonsina Storni cuando pasaba sus horas en la ciudad de Buenos Aires, pero esto no implica que todo se haga mal y quizás la inteligencia radique en adaptarse a las situaciones nuevas que nos presentan las épocas.
¿Quién dice que no sea así?