Desde aquellos años en que los golpes cívico-militares se terminaron y que en un rasgo de madurez también, los integrantes de las FF.AA no se dejan más usar por los personeros del poder económico, la democracia argentina fue creciendo más y más obteniendo un grado de elaboración realmente aplaudible; se sancionaron leyes que hicieron trinar los nervios de los inquisidores de la Institución más reaccionaria de todos los tiempos y sin embargo, muchas de ellas están vigentes.
No son quienes para tutelar cómo y si se sancionará el nuevo código civil los que hasta hace poco justificaban los crímenes de lesa humanidad y bien calladitos debían estar los cómplices de aquel infortunio.
La sociedad fue creciendo en madurez que es algo distinto al crecimiento cronológico; sanciones como la ley de la muerte digna, o de igualdad civil, la ley del aborto no punible entre muchas otras cosas, nos habla de una sociedad que debate, que propone alternativas y que por fin, luego de tantos años, termina con los tabúes impuestos por los señores del odio y la yapa.
La ciudad de Buenos Aires no puede mantenerse al margen de este proceso; los municipios del conurbano tampoco y menos la gobernación de la provincia homónima que debe fijar sus medidas de acuerdo a sus concepciones y no en aquello que imprimen la tapa de los matutinos.
Más aún, es preciso conformar unidades de gestión entre provincia y CABA en el área de salud, transporte, seguridad, pasando todo aquello pasible de hacerlo a la órbita porteña.
¿Cómo se lo hará es otro tema? Que la Ley Cafiero es preciso derogarla de una vez y para siempre porque ata las manos del Jefe de Gobierno porteño es indiscutible.
La clase dirigente de nuestro país debe logar profundizar y mejorar la democracia; que los líderes partidarios, todos y cada uno, se preocupen en gestionar y menos en aparecer “bonitos” en los medios; que algunos periodistas cultivan el oficio y no que hablen según alguna conveniencia.
Buenos Aires, Ciudad Metropolitana, es preciso hacerla nacer como lo fueron las leyes sociales aprobadas en los últimos tiempos.
Así como se sancionará un nuevo código civil, es preciso que se lleve a la práctica una megaciudad con la envergadura de San Pablo en Brasil o Santiago de Chile.
Que la dirigencia partidaria de uno y del otro lado del Riachuelo o la General Paz entienda la necesidad de una Buenos Aires metropolitana es estar a la altura de los tiempos.
Que no vuelva a suceder que algunos cambios se hagan por obligación y no por consenso.
Es en este punto que los dirigentes partidarios de ambos distritos deben demostrar su crecimiento y su madurez. Los vecinos lo estamos esperando.
Nota de la redacción:
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