Todos los 7 de noviembre recordamos a quien en los hechos es un servidor público: es el Día del Canillita. Este es quien nos dice tantas veces como viajar y quizás sea desde hace tiempo la base bibliográfica del portal “comoviajo” por cuanto es quien nos informó tantas veces cuando el mundo tecnológico no tenía el apogeo de ahora.
La palabra Canillita nos llega del lunfardo, un idioma particular, surgido desde el vecino mismo en una época que fueron de aquellos años treinta lleno de necesidades y de que como en otras “quien compraba un cacho de fiambre se morfaba hasta el piolín” o donde una conocida canción preguntaba “¿Dónde hay un mango viejo Gómez?”. Fueron los años que continuaron al derrumbre financiero de Walt-Strett que provocó profundos cambios sociales en éste y en otras partes del mundo.
“Se considera que esta denominación surge debido a la repercusión del sainete «Canillita» de Florencio Sánchez. La obra recrea la situación de un niño de unos 15 años aproximadamente, que trabaja vendiendo periódicos en la calle para mantener a sus padres, y que es tal su pobreza que tiene unos pantalones relativamente «viejos» que le han quedado cortos al crecer el personaje en su adolescencia mostrando así las «canillas», según el portal Wikipedia.org, lo cual tiene un fundamento histórico-social imposible de invisibilizar pero al mismo tiempo es el aporte de Florencio Sánchez un inolvidable escritor uruguayo a un movimiento literario muy en uso por aquellos años como lo fue el sainete con admirables producciones literarias tal el caso de “El Conventillo de la paloma” del eterno Emilio Vaccarezza, entre otras tantas obras de indudable prestigio literario que fotografiaron para siempre –para decirlo de alguna manera- las costumbres de quienes sufrían las consecuencias del debacle financiero como pocos. No es casualidad que el sainete y muchas de las composiciones del gran Discépolo hayan nacido en aquellos momentos.
Sin embargo el vendedor callejero que iba y venía por las adoquinadas calles porteñas iría a encontrar posteriormente lugares fijos de venta de aquellos ejemplares que nos mantenían informados.
Este mismo portal nos dice “La palabra canillita es entonces un lunfardismo que ha pasado a ser parte del idioma habitual de Argentina y Uruguay, inicialmente significaba a los menores que vendían periódicos callejeramente, luego a cualquier vendedor callejero de periódicos cualquiera fuera su edad (desde fines de s. XX los vendedores callejeros de periódicos casi han desaparecido totalmente por diversos motivos) y se ha transladado el término «canillita» a los vendedores de periódicos y revistas etc, fijos en puestos o «quioscos» de ventas de diarios y revistas” En nuestro barrio hubieron quienes se destacaron y nombrar a uno será seguramente un acto de injusticia al olvidarnos de alguno de los tantos otros que embellecieron nuestras calles con su trajinar diario ya sea en épocas veraniegas o invernales con lluvia o altas temperaturas como en el resto de la ciudad.
Pero así como seríamos profundamente injustos en mencionar algunos y olvidándonos involuntariamente de otros, caeríamos en el mismo error si no damos una pincelada –siempre será escasa cuando se trate de recordar a Florencio Sánchez- de un dramaturgo que marcó una época como pocos.
Entre sus obras podemos citar no sólo a la de mayor popularidad “Mi hijo el dotor”, hubo otras que también sembraron y alimentaron la literatura del Río dela Plata:
M`hijo el dotor; La Gringa; En Familia; Los Muertos; Barranca Abajo; Los Derechos de la Salud; Nuestros Hijos; Moneda Falsa; Canillita, entre otras tantas, agregando el mismo portal que “Comenzó a escribir en un diario de Minas, donde estaba viviendo su familia, firmando con pseudónimos.
Viajó a Buenos Aires y a Rosario, ciudades de Argentina adonde el escritor practicó el periodismo. En 1903 estrenó su obra «M`hijo el dotor», (Según las ediciones, en el Teatro Comedia de Buenos Aires, y según Carlos Alberto Loprete, en el Teatro Coliseo). Se casó y luego se radicó en Bánfield, Buenos Aires. Escribió más de veinte obras de teatro, en medio de un clima de agitación y nerviosidad”
En una muy apretada síntesis hemos querido recordar a todos aquellos trabajadores que están en las calles dela Ciudadtodos los días y que sólo descansan o conocen los placeres de una cama mullida no en forma demasiadamente frecuente.
Concluyendo queremos saludar en nombre de los porteños a tantos de trabajadores que son el auxilio permanente a alguna determinada necesidad.