Cuando la prevención ayuda al paciente y también al sistema
Jorge Elgart, investigador del CONICET y la UNLP, resalta la importancia de la Economía de la Salud a la hora de optimizar recursos que generen beneficios para todos los sectores. La educación y la calidad de la atención médica, claves en el proceso.
«La educación, ya sea al médico, al paciente o a ambos, mejoraba notablemente la calidad de atención y optimiza el uso de los recurso»(…) «la educación, ya sea al médico, al paciente o a ambos, mejoraba notablemente la calidad de atención y optimiza el uso de los recurso».
Nicolás Camargo Lescano (Agencia CTyS-UNLaM)- Según datos de la OMS, el número de personas con diabetes ha aumentado de 108 millones en 1980 a 422 millones en 2014. En Argentina, la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (2013) demostró que la prevalencia de esta enfermedad en el país también creció. Y factores como el sedentarismo y el sobrepeso no hacen más que agravar la situación.
“Problemas como la diabetes requieren de enfoques multisectoriales y multidisciplinares, no sólo de actores como el Ministerio de Salud o la ciencia básica, que, por supuesto, también son importantes”, aclara Jorge Elgart, investigador adjunto del CONICET. Su experiencia y sus líneas de estudio lo convierten en ejemplo de ello: magíster en Finanzas Públicas, es responsable del área Economía de Salud en el Centro de Endocrinología Experimental y Aplicada (UNLP-CONICET).
Allí, Elgart trabaja junto a especialistas del área de la medicina y la bioquímica, entre otras disciplinas. En lo referente a su campo, resalta que “el objetivo dentro de la Economía de Salud no es bajar costos, sino optimizar el uso de los recursos disponibles: usar lo que tenemos de la mejor manera posible. El derroche o mal uso va en contra del sistema y perjudica al paciente”.
El equipo de investigación que integra el académico desarrolla actualmente un programa piloto de detección prevención primaria de diabetes en tres localidades de Buenos Aires.
“Uno de los objetivos es probar la costo-efectividad de este tipo de intervenciones: cómo poder identificar personas que estén en riesgo de desarrollar diabetes y evitar así la aparición de la enfermedad. Luego, eso permite ahorrar recursos que el sistema después debería aplicar en la atención de la patología o de las complicaciones derivadas”, relata el especialista.
En este contexto, uno de los factores clave que rescata el especialista es el de la educación. “Por un lado, sería fundamental un nivel de prevención en las escuelas, para que las personas adquieran hábitos saludables que prevengan la aparición de diabetes”, subraya.
Por otra parte, alerta que, por ser la diabetes una enfermedad “silenciosa”, muchas veces se llega tarde al diagnóstico, “por no haber estrategias preventivas efectivas implementadas”. “Lo que hemos probado es que la educación, ya sea al médico, al paciente o a ambos, mejoraba notablemente la calidad de atención y optimiza el uso de los recurso”, asegura.
El experto explica que la mejora en la calidad de atención también implica una mejora en el impacto socioeconómico de la enfermedad, especialmente para evitar o reducir el desarrollo de complicaciones comunes de la diabetes, como insuficiencias cardíacas, accidentes cerebro vasculares (ACV) o ceguera, entre otros.
“Evitar este tipo de complicaciones-agrega- no sólo genera menores costos de atención, sino también mejoras en la calidad de vida de las personas, porque tiene mejor vínculo familiar, puede desarrollar sus actividades cotidianas, concurrir al trabajo, etcétera”.
“Sin duda, el problema es multifactorial porque hay cuestiones de accesibilidad, de financiamiento, de inequidad de distribución geográfica, desde el punto de vista socioeconómico, factores que repercuten sobre la calidad de atención”, explica Elgart al destacar la necesidad de plantear soluciones que sean viables considerando todas las particularidades, nutriéndonos de saberes propios y de otras disciplinas.
Una ley para todos
En diciembre de 2013 fue promulgada la Ley Nacional de Diabetes 26.914, que establece, entre otras cuestiones, “el dictado de las medidas necesarias para la divulgación de la problemática derivada de la enfermedad diabética y sus complicaciones”.
Desde la perspectiva de Elgart, si bien la ley tiene aspectos muy positivos, como la divulgación de la enfermedad y la cobertura de medicamentos, requiere tener en claro la diferencia entre “igualdad y equidad”. “Es importante analizar si es preferible ‘todo para todos’ o ‘brindarle a cada uno lo que necesite’, de acuerdo a lo que requiera según la situación de su patología”, resalta.
A modo de ejemplo, el investigador cita el artículo que establece la cuota constante de tiras reactivas para el monitoreo. “Desde luego, todos estamos de acuerdo que son muy necesarias. Lo que sucede es que un paciente insulino-dependiente utiliza muchas más tiras para automonitoreo que alguien a quien recién se le diagnostica su enfermedad y que está tratado solamente con antidiabéticos orales”, explica.
En este caso, continua Elgart, “ambos pacientes tendrían acceso a la misma cantidad de tiras reactivas, cuando tal vez son pocas tiras para el paciente insulino-dependiente y demasiadas para el recién diagnosticado. Lo que nosotros proponemos es que la ley, en todo caso, debería implementarse respetando la evidencia disponible respecto del tratamiento de la enfermedad”.
Fecha de Publicación: 2017-11-14
Fuente: Agencia CTyS-UNLaM