En circunstancias, la vida se nos presenta intolerante y no pocas veces irrespetuosa. En otros momentos, quizás al modo de estricta norma dictatorial, nos dice que «esto es así porque lo digo yo» y toda ocasión, nos golpea la puerta de nuestras casas para entrar y quedarse, sin permiso por supuesto.
«Puedo escribir los versos más tristes esta noche», garabateó en forma genial el no menos genio de Pablo Neruda en algún pergamino lleno de celebridades vivenciales y quziás estas pocas palabras nos sirva para explicitar nuestro sentimiento cuando nos dejara el querido negrísimo Caloi. O Favio. O tantos pero tantos otros que tenemos guardado en un rincón fundacional de nuestro corazón mundano.
Pero la vida está ahí. Ya no nos golpeará la puerta para entrar. Lo hará de todos modos.
En este preciso instante la vida está recostada plácidamente en un sillón. Esta saboreando un amargo.
Y sin embargo nos dice, a la manera de un consuelo, «Ya sé que estás piantao… piantao… no ves que va la luna rondando por Callao», para agregar después, «Ahora te sacudo con un golpe, pero en un instante te doy un abrazo»; «Yo soy así: una de cal y otra de arena. Aceptame como soy, no te queda otra.»
Y tiene razón la vida.
Ella es así: insolente, prepotente un montón de veces, pero que nos devuelve un jazmín hermoso cuando observamos la primera sonrisa de nuestros hijos o cuando nos dice «papá».
Y sin embargo, en este oportunidad nos dio una cachetada.
Y no es para menos: ha fallecido el creador de Anteojito y Antifaz. El que le dio vida -ya que estamos hablando de ella- a Oaki y a Largirucho también.
Desde la nube de enfrente, el genial Manuel García Ferré, quien con sus creaciones nos hacía vivir -nos endulzaba la vida allá lejos y hace tiempo- con todos esos muñecos de nuestra infancia y adolescencia.
«El historietista y artista gráfico Manuel García Ferré, creador de famosos personajes como Anteojito, Hijitus, Larguirucho, Neurus y Petete, falleció a los 83 años. Estaba internado en el Hospital Alemán, donde fue sometido a una operación del corazón que no logró superar» nos informa el matutino Clarin haciéndonos desparramar alguna lágrima desconsolada, para culminar después «Por más de 40 años, el estudio del décimo piso del edificio Apolo, a pocas cuadras del Obelisco de Buenos Aires, fue testigo de las creaciones del historietista. En 2009, la legislatura de la ciudad de Buenos Aires lo declaró ciudadano ilustre mediante la ley nº3.150»
Por todo lo expresado queremos decirle a Manuel Ferré: «GRACIAS MAESTRO, NUESTRA VIDA HUBIESE SIDO DISTINTA SIN UD. GRACIAS MAESTRO POR LOS INSTANTES FELICES QUE NOS HIZO PASAR»