Investigadores del CONICET analizan el proceso político y social en el que se enmarcó la gesta revolucionaria que dio lugar al Primer Gobierno Patrio y echan luz sobre otros sectores de la sociedad colonial que también hicieron su parte. ¿Quiénes estuvieron fuera del Cabildo? ¿Qué participación tuvieron las mujeres? Mitos y verdades de una jornada histórica.
Marianela Ríos (Agencia CTyS – UNLaM) – Vendedores ambulantes, damas antiguas, los integrantes de la Primera Junta… Todos conforman la escena del típico acto escolar que condensa los primeros relatos con lo que se tiene contacto sobre la fecha patria por excelencia: el 25 de Mayo de 1810.
Sin embargo, no es novedad que hay una gran parte de la historia que no llega a la escuela. Algunos datos faltan y otros sobran, o crecen como mitos que se enraízan en el imaginario colectivo. Uno de los más conocidos es el que reproduce la idea de que ese día se logró la ruptura de lazos con España.
“Lo que sucede es la formación de un primer gobierno para el Río de la Plata elegido por el Cabildo de Buenos Aires, pero no hay, todavía, independencia ni muchas tendencias independentistas en ese momento. La realidad es que no se sabía mucho que hacer, llegaban informaciones muy contradictorias desde Europa”, asegura a la Agencia CTyS-UNLaM Gustavo Paz, investigador del CONICET en el Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani.
Cuenta Paz que lo que motivó la posibilidad de formar juntas de gobierno provisorias en toda América fue la noticia de la disolución de la Junta Central de Sevilla, último bastión del poder español. La primera se formó en Caracas y la segunda en Buenos Aires. “Esto no fue casualidad, eran zonas con puerto y la información llegaba antes. La intención era preservar los territorios de América en nombre del Rey. Sí había alguna idea de independencia era preventiva para que Francia no tomara estos territorios”, explica.
Por aquellos años, Buenos Aires tenía una población de 40.000 habitantes. Al Cabildo abierto del 22 de mayo fueron convocadas 500 personas, de las cuales solo asistieron unas 250. ¿Por qué tan pocas personas participaron de un hecho tan trascendental? “Porque en el régimen colonial las cuestiones políticas estaban restringidas a una minoría”, sentencia Paz.
Dentro del Cabildo estaban los vecinos que tenían derechos políticos, una minoría selecta que tenía reconocimiento por parte de las instituciones. Afuera, según los relatos escolares, estaba el pueblo… o algunos de ellos. “Los que estaban eran los milicianos, civiles a los que, en la emergencia de las Invasiones inglesas, se les dio un mínimo entrenamiento militar y se los encuadró en regimientos”, sostiene el investigador del CONICET.
Para Paz, lo importante no es tanto quiénes estaban afuera del Cabildo, sino qué relación tenían con quienes estaban adentro. “Cuando uno mira las actas del Cabildo esos días, hay un diálogo entre ambos grupos. No es que los que estaban adentro hacían lo que querían las milicias – que la mayoría votaba por la deposición-, no había una consulta a las bases, pero había un contacto que era muy importante, otro tipo de política”, revela.
Se podría decir que el verdadero protagonista de la Semana de Mayo fue el debate. Tras conformarse esa Primera Junta, lejos de lo que se creía, el futuro era bastante incierto. “Fue un proceso muy complejo, pero lo que está claro es que se elige un gobierno local con aspiraciones de gobernar todo el virreinato en nombre de Fernando VII. Para escuchar la palabra independencia va a faltar un buen tiempo”, asegura.
Del cielo al campo de batalla
Hubo otros dos sectores de la sociedad colonial, muy distintos entre sí, que jugaron un rol importante en el período revolucionario posterior al 25 de Mayo: el clero y los esclavos. La participación de los sacerdotes fue relevante por su condición de mediadores entre Dios y los fieles. Por su parte, los esclavos adquirieron importancia en el contexto revolucionario, después de haber permanecido invisibilizados por su condición de propiedad durante la época colonial.
Pero hablar del clero en esa época era referirse no solo a las estructuras más altas de la Iglesia, sino a un colectivo amplio y muy distinto. Lo integraban obispos, miembros del cabildo catedral y sacerdotes de parroquias. Muchos de ellos, además, enseñaban en cátedras en la universidad. Todos tenían en común que eran los más instruidos de la sociedad. Por eso eran interlocutores válidos de la sociedad en su conjunto.
“En ese momento, con altos índices de analfabetismo, su palabra era importante. Comunicaban no solo las cuestiones religiosas, sino, también, las novedades, la política. De hecho, se controlaba bastante que los curas rurales prediquen a favor de la revolución. Son un elemento central porque la gente los escuchaba”, cuenta Valentina Ayrolo, investigadora en el Centro Científico Tecnológico del CONICET en Mar del Plata y docente de la Facultad de Humanidades de la UNMDP.
Por su parte, los esclavos fueron quienes, literalmente, pusieron su cuerpo. Con las Invasiones inglesas se produce un proceso de militarización en el que indígenas y esclavos van a tener una importante participación, que luego va a extenderse a las batallas independentistas. Muchos, incluso, consiguen ser liberados gracias a los servicios prestados.
Recuperando las palabras de la historiadora Liliana Crespi, Ayrola agrega que, a partir de la Revolución de Mayo, el premio por servicio a la Corona española se cambió por la compensación por servicio a la patria. En 1811, por ejemplo, seis capitanes del Batallón de Pardos y Morenos con asiento en Montevideo fueron liberados. “Esta fue una de las vías de manumisión que existieron”, sostiene.
Por último, Ayrola aclara que ni los esclavos ni los indios consideraron, en principio, como propia la causa revolucionaria. “Los ejércitos de independencia fueron luego espacios de sociabilidad importantes donde se fue construyendo una identidad patriota y entonces, a partir de allí, sí podríamos pensar que se convierte en su causa”, concluye.
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Agencia CTyS-UNLaM.