A sesenta años de su creación, Mafalda, la icónica bena que conquistó generaciones con su aguda visión crítica, finalmente cumplió su anhelo de ser intérprete en la ONU. La estatuilla del célebre personaje de Joaquín Salvador Lavado, Quino, recorrió los pasillos de la sede neoyorquina de la Organización de las Naciones Unidas en una visita que celebró su legado y simbolizó su eterna vigencia.
Mafalda nació en 1964 como parte de una campaña publicitaria, pero pronto trascendió ese propósito para convertirse en un ícono de la cultura argentina y mundial. Su creador, Quino, un mendocino que utilizó el humor gráfico para reflexionar sobre las injusticias sociales, logró que la pequeña de cabello negro cuestionara al mundo con su irreverencia y ternura. Desde entonces, su figura ha sido traducida a más de 30 idiomas y sigue siendo una inspiración para quienes sueñan con un mundo mejor.
Durante su visita a la ONU, la estatuilla creada por el escultor Pablo Irrgang recibió su credencial de intérprete, recorrió espacios emblemáticos como la sala de los intérpretes y la escultura «Non-violence», y fue acompañada por Guillermo Lavado, sobrino de Quino. Este evento fue parte de las celebraciones por el 60.º aniversario de Mafalda, organizadas por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde el personaje nació.
«Mafalda siempre soñó con contribuir a la paz mundial. Creía que desde la traducción podía evitar conflictos y acercar a los líderes», recordó Lavado emocionado. El legado de Quino y su inolvidable creación permanece vivo, recordándonos que incluso los sueños más «inocentes» pueden transformar la realidad.
Foto: ONU Argentina