Tradicionalmente, el diagnóstico y el seguimiento de la persona con obesidad se han basado en el índice de masa corporal (IMC), medida que relaciona el peso y la talla. Sin embargo, este indicador presenta limitaciones, ya que no diferencia entre masa grasa, masa muscular ni su distribución dentro del organismo.
Es por ello que la evaluación de la composición corporal se ha convertido en una herramienta fundamental dentro del abordaje clínico.
A partir de la nueva definición de obesidad, donde la misma es definida en base al exceso de grasa corporal y no al exceso de peso, se hace indispensable contar con un método que proporcione información sobre nuestra composición corporal.
Esta nueva definición resulta en un avance fundamental en cuanto al diagnóstico y tratamiento de la obesidad, reconociéndola como una enfermedad sistémica y crónica, y proponiendo dos categorías:
Obesidad Preclínica: cuando hay función preservada de otros órganos y tejidos.
Obesidad Clínica: cuando hay afectación de otros órganos y tejidos, y limitaciones en la vida cotidiana.
Pero, ¿qué es la composición corporal? Es de qué estamos hechos. El cuerpo humano está compuesto de agua, grasa, músculo, huesos, minerales…y la suma de todos ellos es el número que vemos en la balanza. Y así, dos personas pueden pesar lo mismo pero tener cuerpos completamente diferentes.
Analizar la composición corporal permite conocer con mayor precisión el porcentaje de grasa, el nivel de masa muscular y la grasa visceral, que está directamente relacionada con el riesgo cardiorenometabólico. Esta información es clave para diseñar planes de alimentación y actividad física personalizados, ajustados a las necesidades de cada paciente.
Además, posibilita un seguimiento más objetivo del progreso, ya que muchas veces la balanza no refleja los cambios positivos que ocurren en el organismo, como el aumento de masa magra o la disminución de grasa abdominal.
En el tratamiento de la obesidad, la meta no es únicamente la reducción de peso, sino la mejora de la salud metabólica, la calidad de vida y la prevención de enfermedades asociadas. Evaluar y controlar la composición corporal ayuda a evitar pérdidas excesivas de masa muscular durante el descenso de peso, lo cual es esencial para mantener la fuerza, la movilidad y el gasto energético.
En conclusión, la composición corporal aporta una visión más completa y real del estado de salud de la persona.
Su inclusión en la práctica clínica favorece intervenciones más efectivas y sostenibles en el tiempo, contribuyendo de manera significativa al éxito del tratamiento de la obesidad.
En el consultorio trabajo con tecnología profesional InBody®, la cual se encuentra testeada, por su gran exactitud, frente a DEXA (patrón de oro en bioimpedancia).
Así, cada consulta es completamente individualizada, y según tu composición corporal, serán los ajustes que realizaremos en tu alimentación y actividad física, para que puedas lograr los resultados buscados.
No es magia, es tecnología aplicada a la salud.
Laura Ortega
Lic. en Nutrición MN 12.294
Atención presencial en Belgrano y virtual a todo el país.
Contacto:
113 117 0101
IG: @sweetyntegral
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