El historiador barrial, arquitecto Jorge Boullosa, hace ya varios años escribió su texto "El bajo de Colegiales y sus alrededores", libro que nos animamos a calificar no sólo como imperdible sino fundamental para conocer la historia del sector. Allá hacia finales del 2006 y comienzos del 2007 volcó su inquietud como amante de la historia y como vecino que llegó de pibe al barrio; su esfuerzo y su capacidad como investigador fue de tal envergadura que hasta mereció ser prologado por el célebre Don Diego del Pino y tomado como referencia también por Don Jorge Alfonsín, otra persona preocupada y ocupada en temas de la historia de los barrios de Chacarita y Colegiales.
A los mencionados que lamentablemente ya no están con nosotros pero nos siguen acompañando en sus realizaciones literarias, les enviamos nuestro más isobornable recuerdo agradeciendo lo mucho que hicieron para que hoy conozcamos nuestro pasado o cuando en otros tiempos, gastábamos nuestras alpargatas en juegos infantiles.
La Ciudad de Buenos Aires y más aún Colegiales no siempre fue un sector que presenta una hilera de edificios construidos al antojo de los emprendimientos inmobiliarios; más bien fue un sector con viviendas unifamiliares de dos pisos cuando mucho desparramados especialmente en la zona aledaña a la plaza Mafalda, Palermo y hacia las vecindades de la Plaza Garicoitsz en la zona conocida como "La Calabria" desde Alvarez Thomas hasta Crámer.
Cabe destacar al efecto que todo el sector de la actual plaza Mafalda pasó por distintas etapas. Fue sede de equipos de futbol donde -como dato anecdótico- brilló entre otros no menos grandes futbolistas, Silvio Marzolini y que después, llegara a convertirse en figura por excelencia de Boca Juniors y de la selección Nacional.
Hubo antes de ahora la que se conoció como la "Villa de Colegiales" que en su extensión llegaba desde Crámer hasta Alvarez Thomas que albergó a importante cantidad de necesitados de vivienda en una zona rica en emprendimientos fabriles que ya hemos mencionado en alguna oportunidad tanto a pocas cuadras como más allá de las mismas como por ejemplo Sudamtex, Anilina Colibrí, la Algodonera y en otros rubros, las bodegueras Giol, Peñaflor y en lo referente a las artes gráficas Edigraf S.A. o Industria Gráfica del Libro, empresas éstas de singular envergadura que aportaron lo suyo en momentos de una ciudad pre-industrial que terminó allá por mediados del 70 cuando resultaba lo mismo fabricar caramelos que la industria pesada como lo expresará el mentor de la política económica predominante por aquellos tiempos.
Luego el llamado "modernismo" hizo lo propio, cambiando hasta la fisonomía barrial. Pero esta es otra historia que alguna vez desarrollaremos.
Toda la zona donde hoy vamos a pasar nuestras horas, ya sea tomando mate, algún refresco, o llevando a nuestros chicos o paseando las mascotas (aquellos seres de una divinidad particular) fue entre sus primeros momentos parte de la Quinta Bollini, tal vez la de mayor tamaño en cantidad de hectáreas.
Buenos Aires, es necesario recordar, era territorio rico en extensos quintales desparramados a lo ancho y largo. Fueron tiempos de familias que le dieron a la Ciudad un contenido urbanístico sobre el cual podemos estar de acuerdo o no. pero no se puede negar tal calificación. Importantes mercados y baste nombrar el Abasto o en nuestro barrio, el Dorrego fueron en cada zona una suerte de centralidad urbana.
Hasta aquí podemos citar en apretada síntesis dos etapas urbanísticas de la zona. La primera que llega hasta mediados del Siglo XX y posteriormente, otra que llega hasta mediados de los años '70, una rica en extensiones de plantaciones de frutas y hortalizas, la otra en incipientes industrias que se veerían complicadas en su crecimiento cuando se consolidó teorías como el efecto derrame, un concepto de muy difícil o imposible realización en economías emergentes como la de nuestro país.
La Chacarita de los Colegiales no podía quedar exenta de esto tanto en una como en otra etapa como la descriptas hasta aquí.
Con la erradicación de la "Villa de Colegiales" fueron naciendo otras realizaciones que vemos hoy tal como la UCA, el CEAMSE, la Escuela Scalabrini Ortiz de la calle Conde, el polideportivo Colegiales y por supuesto, nuestra Plaza Mafalda con hermosas construcciones edilicias, a las cuales podríamos cuestionar el cambio de la fisonomía barrial pero jamás ignorar su belleza.
Hasta aquí la tercera parte de la historia de la Plaza Mafalda y alrededores. Cabe aún mencionar otras etapas urbanizadoras no menos importantes, que aportaron lo propio al barrio actual rico en medios de comunicación y productoras asociadas o productoras a los mismos.