QUE NO SE REPITA…

Aquel 18 de julio no fue un día cualquiera sino de una tristeza en plenitud en la cual muy poco se podía reflexionar pero mucho para lamentar: un nuevo caso de violencia vendría a producirse llenando el corazón de lágrimas.

A través de esta ley, de autoría del Vicepresidente Primero diputado Cristian Ritondo (PRO) se estableció «el agregado del nombre a dicha estación con el objetivo de homenajear a las víctimas y mantener un permanente reclamo de justicia. Es de gran importancia volver a traer a nuestros días aquello que aconteció y hacerlo presente en la búsqueda de verdad y justicia. De este modo, la estación será un espacio para la memoria, constantemente presente en la vida de los millones de ciudadanos que circulan a diario por dicha estación», según detallaba el legislador en los considerandos del proyecto.

En poco tiempo más la estación Pasteur de la línea B de subterráneos Buenos Aires pasará a llamarse AMIA que, como dice el Vicepresidente Primero de la Legislatura porteña, resulta un homenaje y un recuerdo a las víctimas de tal salvajismo y que nos trajo tantos recuerdos que nadie podrá ni ahora ni nunca dejar de recordar aquello que sólo el diablo puede realizar.

Unas horas antes nos habíamos despertado los vecinos de Buenos Aires dispuestos a llevar a cabo las actividades cotidianas cuando nos fuimos enterando que lo inconcevible acababa de ocurrir; gente inocente, personas que iban a cobrar un subsidio por distintas razones o a atenderse en los consultorios que allí funcionaban, caian como caen las hojas en otoño desperramándose por donde fuese o donde las llevase el viento.

Con sólo pensar que bombardear una entidad civil no podía ser ni siquiera imaginado en la mente más retorcida en los años anteriores al Siglo XX no basta con este dato de mandinga. Por seguro que el genocidio armenio deberá estar presente en el listado de hechos que ni siquiera el Arca de Noé podrá evitar se recuerde  como uno de los tantas salvajadas en las cuales algún dirigente en el terreno militar puede realizar sin el más mínimo remordimiento; el holocausto en la Alemania nazi, el arrojar desaprensivamente el agente naranja en Vietnam; responder con todo el poderío militar disponible contra ancianos, mujeres, niños sin importarles, la construcción de paredones entre facilitan la desunión de pueblos en lugar de unirlos y lo peor que se lo festeja como un hecho festivo.

La inhumana acción de arrojar dos bombas atómicas sin importar donde caían en Hiroshima y Nagasaki aunque cueste creer que pudo ser posible tan indigna actitud. Los códigos de enfrentamiento militar hasta el Siglo XX eran hasta obsesivamente respetados por los bandos militares en pugna. Pero después cuando algunos quieren ser más que dioses creándose la máquina de Dios con el choque de partículas para averiguar el inicio de la vida, me impide aunque lo deseara pensar en un mañana sin tanta violencia alocada sin importar qué es aquello que sucederá.

No sólo se aprobó el proyecto que da lugar a esta nota.

Fue aprobada una declaración a través de la cual la Legislatura porteña “manifiesta su mayor preocupación por los numerosos femicidios registrados en nuestro país”. Recibió apoyo de todos los bloques esta iniciativa de la diputada Gabriela Alegre (FpV).

Asimismo la Legislatura se comprometió a llevar adelante todas las iniciativas, propuestas y acciones que le correspondan en el ámbito específico de su competencia, así como insta a hacer lo propio a todas las instituciones del Estado, organizaciones no gubernamentales y a la sociedad en su conjunto. Por último, la declaración expresa la adhesión a la marcha convocada para el 3 de junio de 2015, frente al Congreso de la Nación, por el colectivo #NiUnaMenos.

Entre los fundamentos del proyecto la legisladora citaba estudios realizados desde el Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano» dirigido por la Asociación Civil La Casa del Encuentro, a partir de las noticias que publican las agencias de noticias y 120 diarios, que registraron 1808 femicidios desde 2008 a 2014, con 277 casos este último año.

Aunque lastime y duela, todos y cada uno de estos hechos sólo pueden obedecer al grado de violencia que la especie humana abriga en su corazón con la pérdida de valores, con la despreocupación de las necesidades ajenas, donde un puñado de soja transgénica vale más que una vida y en donde se ha desatado una tercera guerra mundial no convencional en donde en distintas partes se desarrollan auténticas acciones: la persecución y matanzas a personas con distinto color de piel como si fuese eso importante. El avance de las adicciones con sustancias prohibidas que conllevan a las jóvenes generaciones a destruir su existencia.

En suma, como tantas veces hemos dicho, estamos habitando el mundo del Don Pirulero en donde cada cual atiende su juego y donde ser un necesitado, directamente, es convertirse en descartable. ¿Hasta cuando y hasta donde seguirán caminando hacia el abismo envolviendonos, incluso, a quienes añoramos un mundo de hermanos…?