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Uno de los importantes trabajos que se vienen desarrollando en el área central de Plaza de Mayo es la puesta en valor de la pirámide ubicada precisamente en el centro del encuentro de tantas movilizaciones partidarias, sociales e incluso, deportivas.
Cabe recordar que en el sector aquel inolvidable 17 de octubre de 1945 uno de los Movimientos más caracterizados del sud de América nacía el peronismo cuando los trabajadores reclamaban la libertad del entonces Coronel Juan D. Perón llegando desde los más recónditos sectores de la ciudad o del primer cordón industrial del gran Buenos Aires produciendo además un hecho que ha quedado grabado en los pergaminos escritos por aquellos hombres que osaron refrescar sus pies luego de tanta caminata en la fuente histórica, hecho que algunos les molestó tanto que despectivamente que llegaron al extremo de titularlo como el “aluvión zoológico”, también “los grasitas” o “los descamisados”.
Más allá de los epítetos descalificadores es necesario afirmar que en aquel 17 de octubre por primera vez en la historia, los trabajadores hacían aparición en un sitio que antes estuvo reservado para las clases acomodadas cuando no del privilegio.
Hacia el año 1955 fue la plaza la que debió soportar aquel bombardeo que fue verdaderamente una masacre de caminantes, simples votantes que en horas del mediodía arrojaron sobre la multitud, cayeran donde fuere, un verdadero arsenal matando incluso a un grupo de niños que deseaban saludar al ya General Perón que llegaban en micro a tal efecto.
Ante tantos hechos de nuestra historia el gobierno porteño decidió la restauración del lugar:
“Por otra parte, en el proceso de restauración de la Pirámide de Mayo también participa la Escuela Taller del Casco Histórico, dependiente de la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Lo hace a través de los equipos de trabajo de las obras que están bajo la coordinación de Marta Zaffora, excelente discípula de la mencionada Escuela. La participación involucró a algunos ex alumnos de la Escuela y a los maestros de Yesería, Casimiro Sejas, y de Ornamentación, Alberto González.
Las tareas están referidas a la realización de una copia de la cabeza que representa a la República de la Pirámide”, leemos en el portal www.buenosaires.gov.ar
La puesta en valor no quedó detenida en tan sólo esta fundamental acción sino que además se lavó el conjunto del monumento mejorando zonas que incluso por el paso del tiempo entraban en una situación no acorde a un monumento histórico.
Además, la sucesión de revoques de cemento, enduidos y pintura aplicados unos sobre otros había alcanzado espesores de hasta 10 centímetros en las partes planas. La acumulación de capas de pintura en los relieves los había llevado a un grado de alteración por el que casi no se los reconocía como tales.
Si bien la Pirámide pasó anteriormente por procesos de restauración, se encontraba muy desmejorada. En parte por la degradación de los materiales y en parte por el tipo de trabajos realizados y los materiales empleados, que contribuyeron al desgaste de la mampostería original.
La puesta en valor de esta intervención contempla para otras etapas distintos sitios del c asco histórico de la ciudad y que oportunamente daremos a conocer.
