Escribió Mariano del Mazo para Página/12 el domingo 8 de enero de 2012 auténticos renglones que sirven para ubicar en su justa dimensión a María Elena Walsh y en particular cuando dice: “ (…) Nutriéndose de tradiciones muy puntuales –un arco que va de relatos sajones al folklore del Noroeste argentino–, y habiendo sido una mujer con un carácter complejo que no ostentaba precisamente lo que se entiende como “sensibilidad infantil”, María Elena Walsh creó una matriz estética y más: aunque todavía fresca, fundó en la segunda mitad del siglo XX una tradición…”
Pero además, a un año de su fallecimiento no sólo se extraña sino que se la necesita.
Ha pasado nada menos que un año, doce meses, en que una persona que marcó una época y una forma de trabajar en los medios en sus más diversas expresiones, sigue estando vigente.
Porque María Elena seguirá estando vigente. Pasarán largas décadas, no sabemos cuántas, y por seguro, alguno en cualquier lugar del infinito espacio de la sensibilidad, la resucitará escuchando o disfrutando cualquiera de sus exquisitas creaciones.
“(…) Han pasado casi cincuenta años y esas canciones se escuchan modernas, rupturistas, “complejas en su sencillez”, como ella decía. Como no comulgaba con el tratamiento estandarizado de “lo infantil” –atravesado de cursilerías y estereotipos de poder– se dedicó a crear otras formas cimentadas por el disparate, los juegos lingüísticos, ironías, imágenes surrealistas y el nonsense. Su propia y más profunda “sensibilidad infantil”. Su acotada revolución” dice el autor en el portal más arriba mencionado.
Eso fue ella, esto es ella, dicho así en presente y sin temor alguno de caer en lo absurdo o en lo inexplicable.
En estos tiempos en los cuales la cotidianeidad de un mundo que allá a lo lejos se desploma pretendiéndose aplicar la misma errónea medicación que causó peores males de aquellos que decía poder sanar; en estos soleados veranitos de este lado del mundo con sus calores, con todas las condiciones de un subcontinente expoliado por siglos, sentarse a disfrutar aunque sea poco menos que un instante de toda la amplia gama creativa de María Elena significa refrescar el alma y el espíritu.
Sin embargo, María Elena Walsh no fue una exquisita creadora de canciones infantiles tan solo. También expresó lo folklórico que ocupó un lugar no menos importante en su derrotero vivencial.
En nuestra columna de videos damos cuenta de una u otra de sus creaciones en sus distintos ámbitos, lo infantil y lo folklórico, lo que le permite afirmar al columnista citado más arriba que “(…) El espesor de su obra y de lo que proyectaba el personaje público ofrece, aún hoy, grietas por donde descubrir una densidad fascinante, un arte enrevesado y único. Nadie influyó tanto en las conciencias de tres generaciones. Nadie fue tan destemplada en sus juicios. Nadie construyó un cancionero tan bello y profundo –a la altura del mejor Serrat, por caso– que el día que dejemos en paz a Manuelita podremos empezar a redescubrir. Nadie retrató tan hermosamente las delicias de la vida cotidiana, nadie rogó tan dulcemente que el amor no se fuera… mientras afuera llora la ciudad. Tanta soledad”
María Elena concluyendo tan sólo por ahora marcó la tradición de una pedagogía distinta. Fue una librepensadora que siempre dijo y expresó lo que sentía.
Expresaba lo que sentía y sentía lo que expresaba, valga el juego de palabras.
Fue auténtica en un mundo que disfraza lo sustancial, muchas veces polémica, otras tantas con el calificativo que algunos de sus detractores se le ocurriera endilgarle.
De María Elena Walsh se podrá decir esto o lo otro. ¿Será justo, será injusto aquello que algún opinador diga? Sinceramente no lo sabemos.
Pero a un año de su fallecimiento, sigue vigente, tanto como cuando creaba y esto supera cualquier alternativa de las tantas que se pueden imaginar…
Imagen gentileza de www.cancioneros.com