En las última semanas se ha vuelto digno de los más diversos comentarios el futuro del zoo porteño y que más allá de las pasiones de uno y otro lado, de los argumentos de uno y otro lado, existe una realidad cada vez más evidente que tiene que ver hasta con la lógica de la fauna en medio de una zona transitada por cuantiosas líneas de transportes de pasajeros a los que se suman los automóviles particulares y que también, entre otras cosas, emiten gases tóxicos siendo el zoo una suerte de ‘caja recaudadora’ de éstos y otros atentados al medio ambiente.
Aquel paseo público –esto es en primera y última instancia- el zoológico de la ciudad de Buenos Aires reconoce en su historia una por lo menos discutible visión de la biodiversidad biológica.
“Su primer Director, Eduardo Ladislao Holmberg, un médico con inclinaciones naturalistas, dirige el Jardín Zoológico porteño durante 15 años.
Él construye la casi totalidad de los recintos y lo hace con el concepto de esa época, basado en que el Zoológico era un paseo para la gente, destinando grandes extensiones de parque para ellos y poco espacio para los animales, razón por la cual los recintos son de tipo carcelarios”
En una segunda etapa “En 1904 y durante dos décadas, hablar de Clemente Onelli, Su Director del Zoológico, era en la Ciudad de Buenos Aires, hablar del prestigioso Zoológico Municipal. (…) Él implementó paseos en Elefante, en Camello, en Ponys; haciendo que los visitantes aumentaran diez veces en número en el primer año de su gestión.
Tampoco en el caso del Director Clemente Onelli se respetó la biodiversidad biológica. Mediante el uso de los paseos en elefante, en camello y demás el zoológico consigue que los visitantes aumentaran diez veces en número en el primer año de su gestión, agregando un carácter cuasi-cirquense donde los animales terminan siendo tristes protagonistas (¿esclavos?) para diversión ajena siendo relevante el carácter antropocéntrico de muchas de las medidas implementadas por las dos gestiones más arriba mencionadas.
En esta primer parte basándonos en la defensa de las distintas expresiones de los seres vivos intentamos fundamentar nuestra posición que el enjaulado por ejemplo de los monos responde más a un concepto de sociedad carcelaria en donde sólo importa el animal superior (el hombre) dejando el rol a las demás especies de meros acompañantes o víctimas de ocurrencias ajenas a las necesidades de todos los que habitamos el planeta tierra.
Estas líneas son tan sólo una parte introductoria sobre el futuro del zoológico porteño y la necesidad de su reconversión que es una medida que se está poniendo en práctica en muchas ciudades del mundo reconociendo por los hechos que resulta anacrónico o producto de otras épocas pasadas el mantenimiento de estos parques en donde los animales sufren la desidia e irrespetuosidad del animal superior (el hombre) que avanza y no respeta los derechos de todos los seres vivos.
CONTINUARÁ