Las ballenas, «ingenieras de los ecosistemas marinos», desempeñan funciones críticas para la salud oceánica y la estabilidad climática. Su capacidad para secuestrar carbono supera la de los bosques terrestres: una ballena almacena en promedio 33 toneladas de CO₂ durante su vida, equivalente al carbono que capturan 1.500 árboles. Este proceso se intensifica tras su muerte, cuando sus cuerpos se hunden y confinan el carbono en el lecho marino durante siglos, actuando como sumideros naturales.
Además, su rol como fertilizadoras oceánicas es fundamental. Al alimentarse de krill —rico en hierro—, excretan nutrientes que estimulan el crecimiento del fitoplancton, organismos microscópicos responsables del 40% de la captura global de CO₂ mediante fotosíntesis . Este ciclo no solo sostiene la red trófica marina, sino que genera el 50% del oxígeno atmosférico, según estudios de la UNESCO . Un incremento del 1% en la productividad del fitoplancton equivaldría a sumar 2 mil millones de árboles maduros .
Ballenas en nuestro país
En el Atlántico Sudoccidental, la ballena franca austral enfrenta amenazas multifacéticas. Investigaciones del Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) revelan que el calentamiento de los océanos —vinculado a fenómenos como El Niño— cuadruplica su mortalidad, dificultando la recuperación de una población estimada en 5.500 ejemplares . A esto se suman colisiones con embarcaciones, principal causa no natural de muerte en cetáceos a nivel global, y la contaminación acústica de barcos y plataformas petroleras, que altera su comunicación y navegación . Proyectos como la exploración offshore de Equinor en el Mar Argentino agravan estos riesgos con detonaciones sísmicas y posibles derrames .
Protección urgente
Eliminar la caza comercial —aún practicada en países como Noruega e Islandia— es prioritario, pero insuficiente. La creación del Corredor Azul del Pacífico Oriental, iniciativa impulsada por WWF Chile, demuestra la necesidad de coordinar esfuerzos regionales para proteger rutas migratorias clave entre la Antártida y América Central . En Argentina, implementar medidas como la reducción de velocidad naval y el monitoreo satelital en zonas de alto tránsito de ballenas podría disminuir colisiones en un 30%, según datos de la revista Science
La conservación de las ballenas exige políticas basadas en evidencia científica:
Regulación estricta del tráfico marítimo, con zonas de exclusión y límites de velocidad en áreas críticas.
Fortalecimiento del Tratado de Alta Mar (BBNJ)npara garantizar la protección de ecosistemas transfronterizos.
Inversión en tecnologías de monitoreo, como boyas inteligentes y sistemas de alerta temprana para embarcaciones.
Como señaló la Comisión Ballenera Internacional (CBI), «proteger a las ballenas no es un gesto romántico, sino una estrategia climática eficaz». Su supervivencia define el futuro de los océanos —y el nuestro—.
Fuentes consultadas:
WWF Chile (2025), Universidad de Washington (2025), Revista Science (2025): 4. UNESCO (2025), Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) (2025), Revista Nature (2025). Comisión Ballenera Internacional (CBI): Estudio de la Universidad de Alaska Southeast (2023), Marine Policy (2025).
















