Asistir a la Cumbre Soka 2025 fue una experiencia única, feliz con multiplicidad de «encuentros» y sobre todo, lo inmersivo con otros y otras los que llegábamos y los -dueños de casa- podemos decir, que, a cada paso nos brindaban información y sobre todo la cordialidad de sus miembros, el «staff» como llaman a los colaboradores que salían a nuestro encuentro, sonrientes.
Si estas sensaciones y sentimientos nos llenaban el alma al ingresar, digamos que estábamos saboreando el comienzo del Festejo de los 50 años de la Institución. Comenzaba la recorrida, por los momentos más importantes que sembraron la historia de un hombre símbolo: Daisaku Ikeda.
Dejo un pequeño glosario para quienes desconozcan el budismo de Nichiren.
Llegamos en medio de una lluvia tupida de este febrero intenso en Buenos Aires, al llegar a la sede de Donado (Villa Urquiza), nos recibieron con paraguas y amabilidad, invitándonos a entrar. En todos había una gran sonrisa, sobre todo la organización, que sobre todo, se notaba al servicio del visitante.
Luego, nos invitaron a entrar -gran ciruelo con flores rojas- hacía las veces de puerta de entrada y recepción, y un banco donde podíamos tomarnos una selfie. Allí, rodeados por los jóvenes, nos explicaron el itinerario.
Así comienza la aventura y alegría de entrar a un territorio de Paz y Buena Voluntad, Predisposición y Pasión por lo que se predica: la Revolución Humana.
Me llamó la atención que no hubiera japoneses, chicos y chicas se predisponen a mostrarnos los hitos de su mentor en los últimos 50 años, y ya entramos en tema.
Salones donde se personificaba los hombres y mujeres que luchan por la Paz en todo el mundo, a cada uno lo representaba en perfecto papel, tiempo y espacio y que habían tenido un encuentro con el maestro Ikeda. Detrás de cada personaje histórico, una iconografía de su historia y el momento del encuentro con Sensei (maestro), que es como llaman a Daisaku.
Así, pasamos por un galería de personalidades: el maestro Mariano Mores, su par y antecesor Osvaldo Pugliese, quienes tenían amistad con él, del 2×4 a la amistad sincera de pacifistas . El filósofo Toymbee nos recibió con su arrolladora personalidad como la cosmonauta Valentina Tereshkova, pródiga en dar explicaciones de su viaje alrededor de nuestro Planeta y su gran simpatía, vestida como en esos años en que era la primera mujer que visitó el espacio exterior… Y esto fue motivo de sorpresa y admiración, tan logrado el personaje, que terminamos saludando afectuosamente a la cosmonauta. Tanto, que un chico solo quería quedarse abrazándola, ante la insistencia de sus padres, el personaje de Valentina se había transformado en mamá Valentina…
Otros hombres que luchan por la Paz, nuestro Nóbel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, nos esperaba con su mano abierta y su sonrisa, sus mocasines y su convencimiento de que la Paz es el bien más preciado para el ser humano.
Nos esperaba todavía el encuentro con mujeres en contra del apartheid, mujeres que lograron la siembra y concientización de la contaminación de la biosfera, todo amorosamente armado y con un pequeño telescopio que ayudaba a ver la escena primera del encuentro.
Así nos íbamos corriendo para que el nuevo contingente se instalara, y nos dejara los sentidos con gusto a más.
Y saben, todos, todas teníamos cara de feliz cumpleaños.
El porcentaje de jóvenes era amplia mayoría, y daba satisfacción ver lo concentrados e instruidos en su discusión.
Entre tanto llegamos a la cumbre del Fuyi, donde podíamos sacarnos otra selfie…
Entre sorpresas fuimos pasando la tarde, con invitaciones de jugos, agua y mate cocido.
A quienes no podíamos desplazarnos por escalera nos acompañaban al ascensor, sin que esto impidiera el regreso a lugar de destino y lo hacían con gusto.
Tampoco faltó la sala de conferencias, que con música de bronces, tocó piezas clásicas y terminó con Bombón Asesino ante el aplauso espontáneo del público y con un director que no llegaba a los 20 años.
Entonamos el Daimoku, como si supiéramos, la melodía de la Paz se había instalado en nosotros, la sonrisa se había instalado también en nuestras caras preocupadas por si mañana… por si… por si… y se nos había metido la esperanza como un rayo de sol entre los sueños y verdades.
Esto es parte de lo mucho que experimentamos, poco de lo que vivimos, no quiero olvidarme de las paredes ecológicas, que, tratadas con bolsas, se sostienen en bolsas con bolsillos en superficies o terrazas verticales, (es verdad, los incas fueron sus creadores), y hoy, recobradas por hábiles ecologistas, que recuerdan y utilizan los métodos de un pasado que no fue tan «pasado».
Y así nos recreamos, con ganas de «más», llenos de PAZ, AMISTAD Y AGRADECIMIENTO, ante tanta sabiduría ancestral, traída a estos tiempos, sabiendo que ni un centímetro fue ganado porque sí, que fue la entrega de hombres, mujeres, que lograron su budeidad en pos del bien común y la PAZ, sobre toda fuerza que se interpusiera, entre su objetivo (su propia revolución humana), y estado más opresivo que pudiera existir, hablamos desde el tiempo de los emperadores y su milenaria saga de familias sagradas.
GRACIAS SOKA, POR TANTO, POR SEMBRAR SONRISAS EN MEDIO DEL CEMENTO, FLORES EN MEDIO DE LA SOLEDAD Y ENSEÑANZAS PARA LOGRARLO.
Volvimos a casa, nos habían sembrado la PAZ y la SONRISA.
Gracias Maria Isabel por acercarnos tan bella experiencia, donde nos invita a conocer la Soka Gakkai en nuestra Argentina
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