Un viaje vertical hacia las alturas de Buenos Aires. Novedades en el obelisco
Un ícono se transforma
Erguido desde 1936 en el corazón de la Plaza de la República, el Obelisco de Buenos Aires no es solo un monumento: es un testigo silencioso de la historia argentina. Diseñado por el arquitecto Alberto Prebisch para conmemorar los 400 años de la fundación de la ciudad, sus 67,5 metros de hormigón han sido hasta ahora un símbolo estático. Pero eso está por cambiar. Con una renovación audaz, este emblema se convertirá en el mirador urbano más emblemático del país, fusionando pasado y futuro.
Tecnología y patrimonio, mano a mano
Desde julio de 2024, equipos de ingenieros y restauradores trabajan en un proyecto que revolucionará la experiencia turística. La instalación de un ascensor panorámico con capacidad para cuatro personas y tres caras transparentes permitirá ascender 55 metros en segundos, reemplazando los exigentes 206 escalones que antes requerían equipo de seguridad especializado. Desde allí, una escalera caracol de 35 peldaños llevará a los visitantes al mirador final, a 62 metros de altura, donde cuatro ventanas estratégicas ofrecerán una vista 360° de la Avenida 9 de Julio, Corrientes y el vibrante entramado porteño.
Detalles que marcan la diferencia
La estructura, ensamblada en módulos atornillados para facilitar mantenimiento, ocupará 160 m² e incluirá sistemas eléctricos modernizados y muros internos restaurados. Según el Gobierno de la Ciudad, la intervención busca «reinterpretar la esencia del Obelisco: un faro que ahora invita a mirar desde arriba, conectando a los ciudadanos con su propia identidad». No es un cambio menor: en 2019, antes de la pandemia, Buenos Aires recibió 2,8 millones de turistas internacionales, muchos de los cuales fotografiarán ahora la ciudad desde una perspectiva inédita.
De lo rudimentario a lo sublime
Antes de esta reforma, acceder a la cúspide era una hazaña. Los aventureros debían escalar con arneses, cascos y guantes antiincendios, un ritual que limitaba el acceso a grupos reducidos. Hoy, la prioridad es la inclusividad: el nuevo diseño garantiza seguridad y accesibilidad, equiparándose a miradores globales como el Sky Pod de Toronto (447 metros) o la Torre Eiffel (276 metros), aunque con la intimidad de una estructura cargada de simbolismo local.
Hacia un horizonte elevado
La inauguración, prevista para finales de 2025, promete ser un evento multitudinario. Además de reactivar el turismo postpandemia, este proyecto posiciona al Obelisco como un espacio dinámico, no solo un monumento. Como señaló un portavoz del Ministerio de Cultura: «No se trata solo de ver la ciudad, sino de que la ciudad se vea a sí misma a través de sus ojos». Una metáfora en acero y vidrio para una metrópolis que sigue reinventándose.
Fuente consultada: meteored.com.ar